Billy Payne, Residente: Bueno, el invierno del 27, empezó a llover temprano ese año. Enero, febrero llovió parecía que todos los días.
Sarah Percy, Residente: Llovió y llovió y llovió y llovió un poco más. Parecía que nunca iba a parar.
Mildred Commodore, Residente: El río seguía subiendo por encima del nivel de inundación y se decía en todos los periódicos que, si el dique se rompía, tendríamos una inundación que arrasaría de Memphis a Nueva Orleans.
Narración: El 15 de abril de 1927, un Viernes Santo, mientras otra violenta tormenta azotaba a Greenville, Misisipi, se celebró una fiesta en una de las mejores casas de la ciudad. A medida que la lluvia se intensificaba, los invitados se acercaron a las ventanas. Más allá de lo que veían, el río Misisipi estaba subiendo a una altura sin precedentes. Un estallido de truenos sacudió la casa y la fiesta enmudeció. Todos los ojos se dirigieron a un hombre: LeRoy Percy.
El exsenador era uno de los hacendados más poderosos en el delta del Misisipi. "Senador Percy", preguntó una mujer, "¿aguantarán los diques?". Percy reunió a un grupo de hombres y corrieron al dique que protegía Greenville del río. El dique aguantaba, pero apenas. Mirando las aguas alborotadas, Percy podía ver que una batalla épica se avecinaba oponiendo al hombre con la naturaleza. Lo que no podía ver era la inminente tormenta humana que enfrentaría al dinero con el honor, al hombre negro con el hombre blanco, e incluso a un padre con su hijo.
"La gente del Delta le teme a Dios y al Misisipi", dice un dicho. El río castiga con gran destrucción y recompensa con gran riqueza. Sus aguas dejan a su paso algunas de las más exuberantes y fértiles tierras en el planeta.
Durante medio siglo después de la Guerra Civil, el río había recompensado a los dueños de las plantaciones.
A principios de 1900, presidieron sobre una de las regiones algodoneras más productivas del mundo. En una época en la que el algodón era el rey, los autodenominados aristócratas controlaban sus dominios como señores feudales. El más ambicioso de ellos era LeRoy Percy. Su imperio se extendía mucho más allá de los campos de algodón a las salas de juntas de ferrocarriles y bancos. Destacado abogado y empresario, estaba decidido a traer la economía de las plantaciones al siglo XX.
John Barry, Escritor: LeRoy Percy vio el Delta, creo yo, como esta región industrial grande y explosiva. Pero la industria en el Delta era la agricultura. Eso no significa que fuera a ser menos eficiente que las fábricas del norte. Operarían con igual eficacia. Y claro, el trabajo era la clave para eso.
John Tigrett, Residente: Era muy fácil ganarse la vida con el algodón. Y tenías la ventaja de que ahí la mano de obra era tan barata como era posible conseguir. Y estas grandes plantaciones tenían miles de negros que trabajaban allí. Mejor dicho, no podías cultivarlo sin los negros. Sin mano de obra allí, no podías existir. No era importante, era vital.
Narración: Las plantaciones les ofrecían trabajo a los afroamericanos, pero no mucho más. La mayoría de las familias medio sobrevivían con el trabajo mediero. Los dueños de las plantaciones aportaban un terreno pequeño. Todo lo demás era adelantado a crédito y deducido de la parte de la cosecha del trabajador. Era un sistema propicio para el abuso.
Mildred Commodore, Residente: Se decía en algunas de las plantaciones que lo único que la gente acumulaba en sus vidas eran tres cosas: carne, comida y melaza. Y trabajaban de sol a sol, y al terminar la temporada, lo único que les quedaba era una deuda de $400 o $500, algo que no podían pagar porque los dueños blancos, durante el trabajo de esa temporada, habían gastado toda la carne, la comida y la melaza. Y no les quedaba nada. Y cuando digo nada, quiero decir "nada".
Pete Daniel, Historiador: Los dueños de las plantaciones veían a las personas negras como trabajadores. Veían a las personas negras como personas que deberían estar dispuestas a trabajar para producir su algodón. Y cuando no querían, las obligaban.
Maurice Sisson, Residente: Bueno… No diré su nombre, pero había un dueño de una plantación que cargaba un látigo todo el tiempo. Y hablaba con el látigo. Y lo he visto golpear a los negros en la Avenida Washington porque no se quitaban de su camino.
Narración: Igual que los otros hacendados, LeRoy Percy temía perder la mano de obra negra. Pero a diferencia de muchos, creía que la mejor forma de mantener a los afroamericanos en el Delta era tratarlos justamente. La decencia, insistía Percy, era parte del código de honor del sur.
Margaret Washington, Historiadora: Los Percy tenían un sentido de nobleza obliga. Pensaban que tenían más empatía con las personas de descendencia africana. Creían ser más comprensivos, más tolerantes, más amigables con ellos. Creían ser nobleza obliga encarnada.
Maurice Sisson, Residente: Eran verdaderos empresarios los Percy, verdaderos empresarios. Sabían que su sustento venía de los negros, así que, ¿por qué destruir lo que te produce dinero? Así es como yo lo veía. Todo era un negocio.
Narración: En 1910, LeRoy Percy llevó sus puntos de vista sobre las relaciones raciales y comerciales a Washington cuando ocupó una vacante en el Senado. Un año después, Percy se presentó a la reelección contra un enemigo político implacable. El exgobernador de Misisipi, James K. Vardaman era un populista y un racista sin remordimiento. "Si es necesario", advertía, "todo negro en el estado será linchado para mantener la supremacía blanca". Vardaman derrotó a Percy en un triunfo aplastante.
Bertram Wyatt-Brown, Biógrafo: La derrota en 1911 sobre LeRoy Percy, lo envió a la más profunda tristeza que jamás haya sentido. Sentía que había decepcionado al lado, por así decirlo, que habían violado su honor, porque no solo había perdido las elecciones, pero quedó de tercero. Un senador de turno en tercer lugar.
Narración: Retirándose al Condado de Washington, LeRoy reanudó su trabajo y se consoló con las diversiones de un hombre del campo.
John Barry, Escritor: LeRoy era un típico hombre hecho y derecho. Cazaba, pescaba, jugaba póquer. Y sabía cómo moverse. No era ingenuo en nada. Y… Como dijo su hijo, "nadie cometió el error de pensar que no era peligroso".
Narración: La personalidad imponente de LeRoy era totalmente diferente de la de su único hijo y heredero, William Alexander Percy. De voz suave e introspectivo, Will no se ajustaba al estricto código de la masculinidad sureña.
Bertram Wyatt-Brown, Biógrafo: Se sintió como un extraño desde el principio. Adoraba a su padre. Pensaba que era el hombre más grandioso y el más heroico que uno pudiera tener. Al mismo tiempo, pensaba, "nunca seré como él y debería serlo". "Es mi deber como un Percy ser tan parecido a mi padre como sea posible". Pero no podía. No estaba en su naturaleza.
John Barry, Escritor: Era más pequeño físicamente. No veía placer alguno en la caza o la pesca. Nunca iba a esos paseos, incluso cuando era niño, no iba con su padre. Era un poeta. Y era gay.
Narración: Will había tratado de colmar las expectativas de su padre. Fue a Harvard, se licenció en Derecho, sirvió con valor en la Primera Guerra Mundial y se unió al bufete de abogados de su padre en Greenville. Pero en su mente, nunca dio la talla. "Fue difícil tener un padre así de deslumbrante", recordaba Will. "Con razón anhelaba ser un ermitaño". A menudo Will caminaba solo por el dique, sus pensamientos volviéndose poesía. "Lo que escribía", aclaró, "parecía ser yo mismo en esencia más que cualquier cosa que hiciera o dijera".
Bertram Wyatt-Brown, Biógrafo: Will Percy escribió un ensayo llamado Falling Leaves. Y escribió sobre cómo estaba caminando por la orilla del río, y dice, "Sé que es otoño porque es cuando estoy más solo. Voy a casa con mi familia y veo a mamá pasearse de un lado a otro", y mi papá dice, "Calla, no digas esas cosas". Es una pieza de escritura muy conmovedora, pero muestra cómo reconocía el descontento de sus padres con él y su incapacidad de hacer algo al respecto. Y hasta hablar de ello era imposible.
Narración: A pesar de sus sentimientos, Will siguió viviendo en casa de su padre en Percy Street, poniendo el imperio de la familia por encima de su felicidad. En la primavera de 1922, ese imperio estaría bajo directo ataque.
El Ku Klux Klan estaba ganando terreno en el país. Los simpatizantes del Klan controlaban los gobiernos estatales de Colorado e Indiana. Ayudaron a elegir los gobernadores de una docena de estados. En la década de 1920, el Klan se había extendido al condado de Misisipi Hill y a varios condados en el Delta. Ahora retaban a LeRoy Percy en su propio territorio.
Percy odiaba al Klan. Atacaban a los más cercanos a él. Su esposa era católica; su socio, judío. Su imperio dependía de la mano de obra negra. Cuando se enteró que el Klan planeaba un mitin en Greenville, LeRoy decidió contraatacar.
El 1 de marzo de 1922, una multitud tensa llenó el juzgado de Greenville. Un miembro del Klan habló de primero.
John Barry, Escritor: Empieza con su perorata habitual. Está en contra de los católicos, el papa tiene un complot aquí, los judíos están haciendo eso, los negros son una amenaza a la mujer del sur. Fue un discurso conmovedor, nunca se le habían opuesto.
Narración: Will vio a su padre subir al podio. Nadie sabía que esperar.
John Barry, Escritor: Comienza con humor. Continúa diciendo que tiene un socio que es judío y está de acuerdo en que hay que mantener a los judíos en línea, porque, señala, su socio judío le había prestado $150 000 a las personas que viven en el condado de Washington, a tasas de interés por debajo del mercado, y Percy tenía un verdadero problema con eso. Así que de repente, tiene al público riéndose. Y empieza a burlarse del Klan. Y al final, sin embargo, se pone serio.
Narración: "Conozco el terror que el Klan encarna para nuestra población negra", Percy declaró, "y estoy aquí para alegar en su contra". "Hemos celebrado juntos en las bodas de nuestros jóvenes. Juntos alrededor de las tumbas de nuestros seres queridos. Hemos estado juntos y unidos".
John Barry, Escritor: Y le pregunta incluso al miembro del Klan, le dice, "Queremos que vuelva a casa, a esta comunidad. Deje el Klan". Fue un discurso extraordinario.
Narración: "Al cierre del discurso de mi padre", Will escribió, "la multitud se volvió loca, gritando y aclamando". Esa noche, pasaron una resolución que condenaba al Klan.
Titular de un periódico, marzo 2 de 1922: DESARROLLO INESPERADO DESPUÉS DEL DISCURSO DEL KU KLUX. El Senador Percy critica al orador y a la organización.
Tony Dunbar, Escritor: Esto no sucedió en ningún otro lugar del sur. Que el líder de una comunidad rural se levantara, confrontara y derrotara al Ku Klux Klan en ese período, no tiene precedentes.
Narración: "Nuestro pueblo se salvó", escribió Will. "La justicia había prevalecido". La victoria de LeRoy acercó a los Percy, uniéndolos con un sentido de honor y propósito, pero el río Misisipi pronto amenazaría a Greenville y pondría a prueba los lazos entre padre e hijo.
En el otoño de 1926, violentas tormentas azotaron al norte de los Estados Unidos llenando los arroyos y ríos. Las arterias fluviales drenan hacia el sur, encauzando las aguas de un continente en el Misisipi. Para marzo de 1927, enormes olas llegaron a la cima del Delta. Greenville estaba a solo 160 km río abajo.
John Barry, Escritor: Solo imaginen una fuerza de más de kilómetro y medio de ancho, tal vez 30 metros de hondo, y se mueve a 14 kilómetros por hora. Piensa en lo que hay detrás de eso. Claramente es algo que temer. Quiero decir, es la fuerza geológica más grande en los Estados Unidos.
Narración: Es una fuerza que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército pensó que podía controlar. El Cuerpo de Ingenieros había construido diques, algunos de cuatro pisos de altura, en ambas orillas del río, corriendo los 1700 kilómetros desde Cairo, Illinois hasta Nueva Orleans.
John Barry, Escritor: Si mirabas los diques en marea baja, parecían una fortaleza impenetrable. En 1926, por primera vez en el reporte oficial del Cuerpo de Ingenieros, dijeron que ahora estaban en condiciones de prevenir el impacto dañino de las inundaciones en la parte baja del valle del Misisipi. Clásica arrogancia.
Narración: Abril trajo un récord de aguaceros. A mediados de mes, el primer dique construido por el gobierno se derrumbó en Dorena, Missouri. El oleaje se movió al sur, reventando más diques, inundando más de 400 mil hectáreas de tierra y dejando a 50 000 personas sin casa. El Delta era el siguiente.
Pete Daniel, Historiador: Entonces, aquí viene esta cresta río abajo con tal volumen que algunos ríos están retrocediendo, porque el Misisipi está tan lleno de agua, que, por ejemplo, el río Akansas, empieza a fluir al revés porque el Misisipi está tan alto que lo empuja hacia atrás. Así que ese es el tipo de agua del que estamos hablando, esta enorme cantidad de agua bajando por el río.
Irene Lelouis, Residente: Cuando ese río llega a lo más alto del dique y se rebasa, lo están vigilando. La gente en Arkansas vigila el dique contra la gente de Misisipi, la gente en Misisipi vigila el dique contra la gente de Arkansas con miedo a que alguien reviente el dique y suelte el agua al otro lado. Si yo reviento tu lado del dique, te va a borrar de la faz de la tierra y yo no me voy a mojar. Porque el agua no vino hacia mí, sino hacia ti.
Narración: La pared de agua continuaba empujando hacia el sur. Los diques empezaron a colapsar a lo largo del río Arkansas. Ya era la peor inundación registrada y tenía a Greenville en la mira, con toda su fuerza. Desesperado, Percy y los otros dueños de las plantaciones sacaron a sus trabajadores de los campos para hacer batalla contra el río. Se sumaron a un ejército de 30 000 hombres, incluyendo convictos, que lucharon para levantar la altura de los diques con hileras de sacos de arena. Sin embargo, el río seguía subiendo. Cuando necesitaron aún más hombres en los diques, la policía de Greenville recurrió a la fuerza.
Mildred Commodore, Residente: Empiezan a ir por Greenville agarrando a todo hombre negro, esto es otra cosa que recuerdo perfectamente, toda la gente negra, hasta los niños que no estaban en el colegio a ir a proteger el dique. Y casi, hombre por hombre, niño por niño, los blancos tenían armas y los demás no tenían sino picas y palas.
Maurice Sisson, Residente: Bueno, gente que tenía escopetas, simplemente los arrearon y condujeron al dique. Abajo en la calle Nelson, una calle de negros por entonces, y los sacaron de las calles y los llevaron derecho al dique a que empezaran a trabajar.
Narración: Los residentes blancos comenzaron a entrar en pánico. Los que se lo podían permitir abordaron trenes abandonando la región. Río arriba de Greenville, en un gran recodo del río, el dique de Mounds Landing mostraba indicios de estar en problemas. El Viernes Santo, al Delta lo azotó la tormenta más salvaje de todas. Cayeron hasta 38 cm de lluvia en 18 horas. Un residente escribió en su diario, "¡Que el cielo nos libre!". El dique de Mounds Landing empezaba a desmoronarse.
Pete Daniel, Historiador: Hace frío, está húmedo, llueve. La ruptura se agranda. El agua está corriendo por encima del dique. Y, según algunos relatos, el dique empieza a aflojarse.
John Barry, Escritor: El agua empezó a subir, a 2 cm y medio por hora. Es muy rápido, casi un metro por día. Hay un límite a altura a la que puedes construir sacos de arena.
Billy Payne, Residente: No pensaron que fuera a resistir. De hecho, empeoraba por minuto. Estaban arrojando todos los sacos de arena que podían, pero, se volvía más y más grande, y ellos no pudieron detenerlo.
John Barry, Escritor: Los hombres trabajando en los sacos de arena saben perfectamente que esta cosa no va a aguantar y empiezan a abandonar su posición. Y el oficial de la Guardia Nacional ordena que apunten los rifles y amenaza con dispararles si se van.
John Tigrett, Residente: Y estos compañeros estaban llenando sus sacos con arena. Y mi padrastro se da cuenta de que, al fondo del dique, un poco de agua empezó a salir. Y me da la mano, me agarra del brazo, supongo, y dice, "Corre, Johnny, corre por tu vida".
John Barry, Escritor: Y el dique empieza a temblar y a retumbar. Y los hombres empiezan a correr y de repente, una sección grande del dique, de decenas de metros de ancho simplemente se resbala y se lleva a los hombres con ella.
John Tigrett, Residente: Los podías ver gritar, chillar. Gritos espeluznantes. Y se los llevó. Ya ves, has dejado al Misisipi salir y, casi que lo podías oír gritar. Está libre. Soy libre otra vez. ¡Y hombre salió con un rugido, oh!
Mi padrastro me dijo, dijo, "Maldita sea". Dijo, "Acuérdate, Johnny, tendrás decisiones difíciles en tu vida. No vas a tener una peor que la de esta noche".
Narración: La ruptura en Mounds Landing soltó más del doble del volumen de agua de las cataratas del Niágara. Inundó un área de 80 kilómetros de ancho y 160 de largo. Puso agua por encima de las casas en la ciudad de Yazoo a 120 km.
La inundación caía en cascada hacia el sur, a través de los campos de algodón del condado de Washington. Era cuestión de horas para que el agua alcanzara Greenville inundando la ciudad por la parte de atrás. LeRoy Percy ahora enfrentaba un desastre total. El río estaba tomando control de su imperio.
Arriba en su cuarto, el hijo de LeRoy escribía poesía. Will había trabajado frenéticamente durante la noche. "Tenía una rabieta de escritor", confesaría más tarde.
El agua rodó hacia Greenville, borrando bosques y granjas.
Maurice Sisson, Residente: Fue un espectáculo digno de ver, no hay duda de eso. Es difícil de describir, simplemente... Simplemente tenía una fuerza única...
Josephine Thomas, Residente: ¡Ay, Dios! Venía de todas partes. Estaba tan asustada, no sabía que había pasado. Te digo la verdad, ni sabía. Cuando llegó la noche, no podías ver otra cosa que agua, y oías gente gritando, sabes, con miedo y corriendo en cualquier dirección. Y la gente se sube a sus barcos y salen a buscar.
David Cober, Residente: Cuando hubo suficiente luz para poder ver, podías ver los caballos, las vacas y los perros, y todo lo demás en el agua, ahogándose. Yo pensé que todos íbamos a ahogarnos.
Narración: La inundación finalmente llegó a Greenville en las primeras horas del viernes 22 de abril.
Sarah Percy, Residente: Miré y dije, "Oh, lo veo venir, ahí viene". Y se metía dentro de las canales, pero venía rápido. No eran grandes olas, sino que se filtraba, pero te digo, se filtraba a toda velocidad.
Narración: Tres metros de agua inundaron el centro. La corriente en la intersección de Broadway y la calle principal se volvió mortal.
Maurice Sisson, Residente: Podías ver el ganado flotando muerto en el agua. Los niños pequeños sabían en esa época de quien era ese caballo o esa vaca. Decían "Ahí va la vaca del señor Fowler, ahí va el caballo del señor Williams". Sabes, inflado y flotando. Narración: Algunos residentes encontraron refugio en los pisos superiores de almacenes e iglesias. Otros se agarraron de los techos. Cualquiera con un barco fue puesto en servicio.
John Tigrett, Residente: Yo tenía un Sea Sled en ese entonces, con un motor de 25 o 30 caballos de fuerza y me convertí en un capitán de rescate. Lo que era un gran evento para mí en ese entonces, a los 14. Así que todos los días, nos asignaban ciertas rutas, y salíamos, recoja estas personas, tráigalas a un terreno elevado y continúe con la ruta.
Cuando vi a estas tres personas, 2 niños y, lo que pensé era, una mujer negra muy gorda encima de una casa de algodón. Y ella se subió. Ella dijo, "Dios, mi bebé va a nacer". Y dije, "¿Qué dijo, señora?" Ella dice, "Dios, mi bebé va a nacer". Bueno, dije yo, "¿No puede esperar? Solo son 40 minutos hasta que lleguemos a terreno elevado y la cuidarán". Ella dijo, "No". Ella dijo, "Va a nacer ahora". Y yo pensé, "¿Qué diablos hago?" Dijo, "No te preocupes". Dijo, "Solo sea cuidadoso con él". Dijo, "Agarre su cabeza y jale despacio" y dijo, "Él saldrá". "Yo pujo". Y ella pujó y yo jalé y ahí estaba un niño pequeño.
Después lo sumergí en el río Misisipi, en las aguas de la inundación, y le di un par de golpecitos y empezó a llorar. Y ella dice, "Dámelo y lo pongo en mi pecho". Y se recostó, todavía entre el agua sucia, y tomó al bebé y lo colocó en su pecho.
Bueno… creo que lloré. Eso es todo lo que recuerdo. Mi primera experiencia siendo una partera. De todos modos, desamarré el barco y cuando nos acercamos a terreno elevado, grité, dije, "Miren, tengo un nuevo bebé, acaba de nacer". Levanté a la madre y al dar un paso afuera del barco, se volteó hacia mí y me dijo, "¿Cómo es tu nombre hijo?", Y dije: "John". Dice, "Voy a ponerle al bebé John". Esa fue la última vez que la vi. Una mujer increíble. Dios la bendiga. Una mujer increíble.
Narración: "Durante 36 horas, el Delta estaba en crisis, en movimiento, terror", escribió Will. "Luego el agua lo cubrió todo y un silencio total se asentó".
"Mi padre miró sombríamente al pueblo inundado", anotó Will. "Estaba cansado". Pero había trabajo por hacer. LeRoy empezó a recaudar fondos inmediatamente para la comunidad destrozada, y nombró a su hijo cabeza del Comité de Alivio de las Inundaciones. La tarea delante de Will era enorme. Hasta ahora, a Will solo lo conocían por ser el hijo de su padre. Ahora, a los 42 años, tendría la oportunidad de probarse a sí mismo digno del nombre Percy.
En pocos días, la inundación había cubierto 70 mil km cuadrados, un área del tamaño de 4 estados de Nueva Inglaterra. "La inundación", dijo un predicador, "se había extendido tan ancho como los brazos de Dios". Más de mil personas murieron. El condado de Washington fue el más afectado. El agua se llevó 2 200 edificios, mil más averiados o destruidos. Desplazó a decenas de miles de personas.
Josephine Thomas, Residente: Nosotros perdimos un poco de ropa y muebles. Perdimos todo lo que teníamos, lo poco que teníamos. En ese entonces nadie tenía mucho, pero lo que fuera, te importaba mucho porque no tenías nada más.
Narración: A medida que se ampliaron los esfuerzos de rescate, botes de remo y esquifes siguieron las líneas eléctricas a granjas y casas. Muchos de los blancos fueron evacuados de la región. Reunieron a los negros del campo y los depositaron en el dique de Greenville, una isla estrecha de terreno elevado, con el río en un lado y la tierra inundada en el otro. Dos días después de la ruptura de Mounds Landing, más de 10 000 refugiados se apiñaron en la cumbre de 2 y medio metros de ancho del dique en una fila que se extendía por más de 8 km.
Pete Daniel, Historiador: Para empezar, no había carpas. Solo unas pocas cobijas. Y los podías ver extendiendo cobijas en pequeños marcos para tratar de armar carpas y evitar el mal clima, que era realmente malo. Era abril, estaba lloviendo y hacía frío. Esta gente había estado afuera en botes de rescate. Era miserable.
Narración: El suministro de agua de la ciudad estaba contaminado, el suministro de comida destruido. Sin instalaciones sanitarias, los refugiados corrían el peligro de la fiebre tifoidea y el cólera. Para Will Percy solo había un rumbo honesto que seguir; evacuar a los refugiados negros a un lugar seguro río abajo.
Will inmediatamente convocó a una reunión al Comité de Alivio de la ciudad. Convencido de que hablaba por su padre, el comité estuvo de acuerdo con el llamado de Will a evacuar. Cuando un grupo de los dueños de las plantaciones oyeron el plan, se pusieron furiosos. Con miedo a perder a los trabajadores, exigieron que Will rescindiera la orden.
Pete Daniel, Historiador: Los dueños de las plantaciones razonaban que, si esta gente se iba, es posible que nunca regresara. Querían asegurarse de tener trabajadores para tratar de terminar la cosecha de algodón si el agua bajaba ese año. Este era el ejemplo perfecto de esa mentalidad que tenían los dueños de las plantaciones en Misisipi. No importaba que esta gente estuviera incómoda. No importaba realmente si se estaban muriendo de hambre. Probablemente, no hubiera importado si muchos de ellos hubieran muerto por una u otra razón. Iban a mantener a sus trabajadores. Y eso es simplemente despiadado desprecio por los seres humanos.
Narración: Will estaba horrorizado por las exigencias de los hacendados y se negó a ceder. Impávidos, llevaron su caso directamente a su padre. La mañana siguiente, LeRoy Percy fue en busca de su hijo.
John Barry, Escritor: LeRoy encuentra a Will en el dique. Es una escena de guerra. Hay refugiados en todos lados. Empiezan a caminar. LeRoy sugiere con cautela que quizás evacuar no sea la mejor decisión. Will dice que es la única decisión. LeRoy está en desacuerdo. Will es terco, insiste que no hay forma de que él haga algo diferente. Mientras hablan, montan a 500 mujeres y niños blancos en una de las barcazas y el embarcamiento de los negros ha comenzado. Habían llegado barcos de vapor y barcazas de todas partes del río. Esencialmente, hay suficientes barcos de vapor para evacuar la ciudad entera en un día. Les dicen a los capitanes que estén listos. Finalmente, LeRoy obtiene una concesión de Will: que se reunirá con el comité una vez más para discutir la decisión antes de abordar a toda la gente.
Narración: Luego, sin decirle a Will, LeRoy se acercó a cada miembro del Comité de Socorro. Él también temía que un éxodo de los negros fuera desastroso. "Su hijo", dijo, "había hablado solo por sí mismo". Cuando el comité se volvió a reunir unas horas más tarde, le dieron a Will un golpe sorprendente. A un hombre, los miembros se oponían a una evacuación.
John Barry, Escritor: Aunque no lo admite, tenía que saber en ese lugar y en ese momento que la única forma de que el comité se echara para atrás era porque su padre lo había traicionado. Lo había traicionado personalmente, había escogido al condado de Washington y al imperio que había construido, sobre su hijo.
Se cancela la evacuación. Los barcos de vapor que esperaban se van vacíos, todos los capitanes totalmente furiosos por la pérdida de tiempo y recursos.
Narración: Para Will, este fue un momento desgarrador. Desde niño, había tratado de estar a la altura de los ideales de honor y decencia de su padre. Ahora, esos principios parecían haber perdido su significado.
Un mensajero del gobierno federal estaba camino a Greenville: el secretario de comercio, Herbert Hoover. Estaba a cargo de coordinar lo que se había convertido en la operación de rescate y socorro más grande en la historia de la nación.
Había 600 000 refugiados en la región inundada. Comida, suministros y atención médica vendrían de la Cruz Roja que estaba poniendo áreas de campamento en terreno elevado. Para cuando Hoover llegó a Greenville, esperaba ver una evacuación en progreso. Pero cuando se reúne con el joven Percy en el dique, Will le propone una solución completamente diferente. Greenville se convertiría en el centro de distribución de la Cruz Roja. Los negros proveerían la mano de obra en el dique. Hoover aprobó el nuevo plan y abandonó la ciudad.
Para los blancos que permanecían en Greenville, la vida diaria se estaba convirtiendo en una monótona rutina. Se construyó un entablado a lo largo de centro de la ciudad. Algunos comerciantes abrieron las puertas de sus negocios. Para los afroamericanos la vida era muy diferente. Los pocos afortunados encontraron albergue en las ciudades. La mayoría de los demás fueron arreados a los campamentos patrullados por la Guardia Nacional.
David Cober, Residente: Si estabas en el dique, te quedabas en el dique a menos de que tuvieras un permiso para ir a la ciudad. Debías tener una etiqueta. Te etiquetaban. Cuando te alistabas a recibir una inyección, tenías que conseguir otra etiqueta. Tu pecho estaba lleno de etiquetas. No ibas a ninguna parte a menos que tuvieras permiso de ir. Debías tener una etiqueta contigo. Era simplemente, era esclavitud.
Narración: Algunos guardias empezaron a abusar del poder. Se difundieron reportes de palizas y violaciones en los campamentos. Los negros afuera de los campamentos se enfurecieron, pero no tenían como ayudar.
David Cober, Residente: Mi hermano vino a vernos, pero no podía entrar al campamento. Así que yo fui al bosque a verlo. Y mientras estaba ahí, uno de los soldados se me acerca. "¡Levántese!" Me pone la pistola. Y mi hermano también tenía una pistola. Ahora, mi hermano no era un refugiado. Pero mi hermano levanta la pistola y lo obliga a dejarme en paz. Y claro, mi hermano se fue, de vuelta a Greenville. Pero fue… fueron tiempos terribles.
Narración: Una semana después de la inundación, la vida en el campamento se estaba volviendo insoportable. Más allá de las filas de carpas, miles de cabezas de ganado estaban muriendo de hambre compartiendo el angosto espacio del dique. Botaban a los animales muertos en el agua contaminada. El hedor era arrollador. Cuando los primeros suministros de la Cruz Roja llegaron a Greenville no se distribuyeron basados en necesidad.
Mildred Commodore, Residente: Los blancos agarraban lo que querían o se lo daban a quien querían. Naturalmente, los blancos tenían mejores medios para conseguirlo.
Maurice Sisson, Residente: Atendían por orden de llegada, primero servían a los blancos. Los negros, estaban al final de la fila. Les daban lo que sobraba. A veces, nada sobraba.
Narración: El liderazgo de Will le preocupaba a la Cruz Roja y lanzó una investigación secreta sobre la especulación y el robo en el condado de Washington.
John Barry, Escritor: Will perdió control de la situación. Al final hubo 154 campamentos de refugiados a cargo de la Cruz Roja. Greenville, Misisipi se convirtió en el peor de los 154.
Narración: LeRoy Percy no estaba ahí para ayudarle a su hijo. Estaba dándole la vuelta al país tratando de reconstruir las finanzas del Delta. "Vacilar o fallar ahora", les advertía, "significaba abandonar un imperio".
En junio, dos meses después de la ruptura de Mounds Landing, la inundación finalmente empezó a retroceder. Algunos residentes empezaron a regresar a sus casas. Más y más barcos de suministros de la Cruz Roja estaban ahora llegando al dique. Will necesitaba trabajadores para desembarcar la carga. Una vez más, los negros de la ciudad fueron forzados a trabajar.
Maurice Sisson, Residente: Los forzaron a servir. Y creo que ya habían tenido suficiente sin eso. Pero esa era la única forma que conocían, y era la forma más rápida de hacerlo, a la fuerza.
Narración: "Me convertí en un dictador", recordaba Will. "Pero saber que mi juicio a menudo estaba equivocado era una continua pesadilla".
John Barry, Escritor: Había toda esta hostilidad interna. No podía desquitar su frustración con su padre. Will estaba humillado, y en su humillación, empezó a humillar a los hombres, mujeres y niños negros en el dique. Y no había otro lugar a donde echar esa frustración.
Narración: Un periódico negro influyente proclamó que el prejuicio de Will Percy contra los negros "era tan amargo como la hiel".
Titular del periódico The Chicago Defender: USAN TROPAS EN ZONA DE INUNDACIÓN PARA FORZAR A LOS TRABAJADORES DEL CAMPO.
Narración: Dos meses y medio después de la inundación, las tensiones raciales llegaron a su punto de ebullición.
John Barry, Escritor: Había un caballero negro que acababa de salir del dique después de trabajar toda la noche. Había vuelto a su casa a dormir. La policía estaba yendo por los barrios negros buscando hombres para llevar de vuelta al dique. Un oficial de policía se acercó a este caballero, en su porche y le dijo que se subiera al camión.
Mildred Commodore, Residente: Le dijo, "Vaya a trabajar". Y la respuesta fue, "No, ya fui a trabajar". Entonces le dice, "Se supone que debe trabajar, vaya cuando yo le diga". Y el hombre se levantó para ir a su casa y él le disparó en su porche delantero. Y no creo que hubiera una persona negra que no haya llorado en ese pueblo.
John Barry, Escritor: De repente, toda la ciudad estaba electrizada, extremadamente tensa por todo esto. Hay verdadero miedo en la comunidad blanca, que es ampliamente superada en número, de que va a haber una guerra racial.
Narración: Will Percy marchó derecho al centro de la tormenta. Convocó una reunión de la comunidad negra en la iglesia local. Cuando llegó, la iglesia estaba vacía. Uno a uno, los líderes negros empezaron a entrar. En medio de un incómodo silencio, Will subió al púlpito. El tranquilo poeta, de repente se transformó en un predicador enojado. "Ustedes se sientan frente a mí, amargados y llenos de odio", declaró Will. "Creen que yo soy el asesino, yo no soy el asesino. Ese ingenuo y joven policía no es el asesino. Los asesinos son ustedes. Ustedes tienen sangre en las manos".
Margaret Washington, Historiadora: Fue el discurso más sorprendente que hubiera podido darle a la comunidad afroamericana. Después de todo lo que habían soportado, después de todo el trabajo que habían hecho. Les dijo que la ciudad de Greenville los había salvado. La ciudad de Greenville los había alimentado. ¿Y cómo les pagaban a los blancos? Les pagaron siendo perezosos e insolentes, y negándose a trabajar. Les exigió a todos que se arrodillaran y le pidieran a Dios que los perdonara por el asesinato de ese pobre hombre negro.
Si vas a mantener tu talón sobre el cuello de miles y miles de personas y vas a mantenerlos siendo trabajadores oprimidos, en últimas, no puedes hacerlo de buena manera. Y eso es lo que LeRoy Percy ya sabía. Y eso es lo que Will Percy estaba descubriendo y aceptando.
Narración: El frágil vínculo entre los Percy y los negros del Delta se rompió. "Nuestra gente tiene el peor camino por recorrer", le escribió LeRoy a un amigo. "Algunos lo lograrán, muchos quebrantados y desalentados fracasarán". Un año y medio más tarde LeRoy Percy estaba muerto, su soñado imperio se lo llevó un torrente de agua.
Poco después de su discurso en la iglesia, Will Percy renunció al Comité de Socorro de Greenville. Al día siguiente, se fue del Delta para un largo viaje a Japón. Volvería a Greenville a reconstruir la plantación de su padre. Ahí, Will viviría y moriría, en la casa en la que nació. Nunca volvería a escribir poesía.
Para muchos afroamericanos, la inundación de 1927 marcó el final de una era y el principio de una travesía. Cuando el río Misisipi finalmente volvió a su tramo, se dirigieron al norte.
Mildred Commodore, Residente: Cuando ibas al norte, había oportunidades de trabajo, conseguir algo. Si se quedaban ahí, con algodón a 50 centavos la libra y carne, comida y melaza, ¿Cuánto tiempo sobrevivirían?
Maurice Sisson, Residente: Muchas personas querían irse de aquí e ir Chicago. Y creo que muchos se fueron libres, muchos de ellos se subieron a los trenes. En Greenville, el tren estaba en la planta baja, y estaban todos alrededor, esperando y empujando para subirse al tren. Yo seguro que quería ir a Chicago. Todos se iban menos yo. Sabían que iban a la tierra prometida.
Narración: Un río de humanidad fluía hacia afuera del Delta. A un año de la inundación, decenas de miles de aparceros les darían la espalda a los dueños de las plantaciones del Delta. El éxodo al que tanto temía LeRoy Percy, no podía detenerse.