AMERICAN EXPERIENCE PRESENTA
LBJ PRIMERA PARTE
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(multitud celebrando)
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Narrador: Lo habían desdeñado por ser un político sin escrúpulos, un vulgar embaucador impulsado por la ambición y la sed de poder. Pero el 20 de enero de 1965, la noche de su gala inaugural, Lyndon Johnson era un hombre feliz. Elegido por abrumadora mayoría, prometió erradicar la pobreza y la segregación, proteger a los ancianos y educar a los jóvenes. Ese era su sueño. Pocos presidentes conocerán un triunfo mayor; pocos sufrirán una caída tan rápida y trágica.
Multitud, material de archivo: Oye, oye, LBJ, ¿cuántos niños mataste hoy? Oye, oye, LBJ, ¿cuántos niños mataste hoy? Oye, oye, LBJ…
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Era generoso y era egoísta. Era amable. En otras ocasiones, era cruel. A veces, era un tipo sencillo y de comportamiento vulgar. En otras ocasiones, era increíblemente encantador. Podía ser lo que quisiera ser. Era un hombre extraño y complejo, que tenía, básicamente, una existencia como de Jekyll y Hyde. Era dos personas diferentes.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: ¿Qué lo llevaba de esos ataques de ira descabellados donde podía ser uno de los más desagradables, insufribles y sádicos HDP que jamás hayan vivido, a luego, unos minutos después, ser todo un líder, grande, magnífico e inspirador?
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Lo que tenemos es un hombre que fue un presidente completamente estadounidense, fue estadounidense desde el día de su nacimiento en el sur-centro de Texas. Es un hombre que reflejaba los estados de ánimo, las actitudes, las contradicciones y las tendencias estadounidenses y cuando fracasó, fue el fracaso de Estados Unidos.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Hubris, como decían los griegos: “A quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”. Este fue un hombre tan grande, que trató de llegar tan lejos y lo logró, para luego dejar que todo se derrumbara. Creo que es uno de los grandes relatos de la historia.
Narrada por: David Mccullough
Escrita y dirigida por: David Grubin
PRIMERA PARTE: HERMOSO TEXAS
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LBJ, material de archivo: Queridos compatriotas: Acepto su nominación.
(multitud celebrando)
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Narrador: La campaña presidencial de 1964 fue toda Lyndon Baines Johnson.
(multitud silbando y aplaudiendo)
Narrador: Después de años de compromiso y oportunismo, encendió a Estados Unidos con su visión de una Gran Sociedad.
LBJ, material de archivo: Nuestro primer objetivo es liberar a 30 millones de estadounidenses de la prisión de la pobreza. ¿Pueden ayudarnos a liberar a estos estadounidenses? Y si pueden, déjenme escuchar sus voces.
(silbatos y gritos de celebración)
Narrador: Les tendió la mano a los pobres, a los desposeídos, a los estadounidenses olvidados.
LBJ, material de archivo: Hagan algo de lo que podamos estar orgullosos. Ayúdenles a los débiles y a los humildes, elévenlos y ayúdenles a soñar, denles una educación para que puedan abrirse caminos.
Narrador: Haciendo campaña con la energía de diez hombres, “como si tuviera glándulas extra”, dijo un colaborador, hacía sonar los gritos de batalla de su juventud política, haciendo eco de su primera campaña un cuarto de siglo antes.
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Narrador: En la primavera de 1937, Johnson tenía 28 años y hacía campaña como un ardiente partidario del Nuevo Trato de Roosevelt, les llegaba a los trabajadores y a los pobres granjeros de la región montañosa de Texas. Hizo campaña como si su vida dependiera de ello. Habló en todas las ciudades de su distrito, perdió 18 kilos en 42 días, pronunció 200 discursos y cayó con apendicitis apenas dos días antes de las elecciones. Desde la cama del hospital, con su esposa, Lady Bird, se enteró de que había sido elegido uno de los miembros más jóvenes del Congreso. Sus ideales políticos vacilarían, pero durante el resto de su vida, mostraría la misma intensidad nerviosa, el mismo deseo obsesivo de triunfar y el talento para aferrarse al poder.
(suena la canción Happy Days Are Here Again)
Narrador: Un mes después de la elección de Johnson, el presidente hizo una visita a Galveston, Texas. Franklin Roosevelt era el héroe político de Lyndon Johnson. Ahora, el ambicioso y recién electo congresista aprovechó la oportunidad para conocerlo.
Lady Bird Johnson: El gobernador iba a ir a saludarlo, así que llamó a Lyndon y le dijo: “Me gustaría llevarlo porque su campaña se basó en la plataforma de Roosevelt y creo que él debería conocerlo a usted”. Y a Lyndon se le salían los ojos, absorbiendo cada palabra y cada gesto.
Narrador: Hablaron de pesca y de la Marina. Luego Johnson le pidió que lo asignara nada menos que al comité de asignaciones. El presidente dijo que eso tendría que esperar.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Aquí están los dos políticos más importantes de la historia estadounidense de este siglo, creo yo, y se están estudiando el uno al otro. Y Roosevelt le da el nombre de Tommy Corcoran, “Tommy el Corcho”, colaborador de la Casa Blanca, “el guía” de Washington, y le dice a Johnson: “Si necesita algo cuando llegue a Washington, llame al Sr. Corcoran”. Bueno, Roosevelt regresa a Washington y llama a Corcoran, cuenta la historia, y le dice: “Tommy, acabo de conocer al joven más extraordinario en Texas”.
Eliot Janeway, economista, amigo de la familia de LBJ: “Con un poco de suerte, si las cosas salen bien y se aferra a los amigos que haga, este muchacho Lyndon Johnson puede llegar a ser presidente de Estados Unidos. Lo tiene todo”. Fue una llamada interesante, ¿No?
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Narrador: En la región montañosa de Texas, decían que Lyndon había nacido para la política. Su abuelo fue candidato para la oficina estatal y su padre, Sam Ealy Johnson, cumplió seis mandatos en la asamblea legislativa de Texas. Sam era un político reformista de la vieja escuela que votaba a favor de cobrarles impuestos a las empresas y, como su padre, apoyaba la jornada de ocho horas. “Me encantaba ir con mi padre a la asamblea”, decía Lyndon. “Lo único que me gustaba más era acompañarlo en sus campañas. A veces deseaba que no se acabaran”.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Hay legisladores estatales que recuerdan a Lyndon. Decían que era asombroso cómo se parecía a su padre, lo mucho que sus gestos se parecían a los de su padre y cómo te agarraban por las solapas y te jalaban para acercarte, eran muy físicos y había una cierta calidez en ello, una cualidad muy humana. Le quedó gustando la política; lo cautivó.
Narrador: Rebekah, la madre de Johnson, era graduada universitaria, culta y ambiciosa. Se decía que Lyndon heredó de ella su ambición. Nada había preparado a Rebekah para las dificultades de la vida rural en Texas, sin electricidad o tuberías interiores. “La vida es real y seria”, escribió, “no el encantador cuento de hadas con el que había soñado”. “El primer año de matrimonio fue el peor de su vida”, contó Johnson más tarde. “Entonces llegué yo, y de repente, todo volvió a estar bien; yo podía hacer todo lo que ella nunca hizo”.
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: Había en ella cierta depresión que solo podía aliviarse poniendo todas sus esperanzas y ambiciones en este niño. Quiero decir, él me contaba que cuando su padre estaba en la asamblea, incluso cuando tenía 11 o 12 años, que ella lo invitaba a quedarse en su cama por la noche para hacerle compañía. Pero cuando volvía a casa con malas calificaciones, ella literalmente dejaba de mostrarle amor, hasta el punto en que, me contó, ella ni siquiera le hablaba, durante varios días, le hablaba a su marido y a los otros niños y hacía como si él no existiera. Así que esa falta de amor constante, creo yo, fue lo que siempre le hizo sentir que solo lo amarían si se desempeñaba.
Narrador: El miedo al fracaso lo perseguiría toda la vida. Cuando Lyndon era un adolescente vio a su padre arruinarse. Los precios del algodón se desplomaron. Sam se vio obligado a vender la granja de la familia.
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Narrador: Ni Lyndon ni su madre quisieron que él fuera como su fracasado padre y eso avivó su deseo de ser exitoso. El día que Lyndon Johnson partió hacia Washington para ocupar su puesto en el Congreso, se despidió de sus padres de manera emotiva. Su madre le había dicho que su elección era compensación por su propias desilusiones. “Siempre has justificado mis expectativas, mis esperanzas y mis sueños. No puedes saber lo querido que eres para mí, querido hijo". Johnson nunca olvidó las palabras de su padre: “Ahora, vete para allá y siempre apoya a FDR, nunca te acobardes y dales duro”. Menos de seis meses después, su padre había muerto.
Hombre, material de archivo: ¿El ritmo del Nuevo Trato?
Mujer, material de archivo: ¿El ritmo del Nuevo Trato?
Hombre 2, material de archivo: ¡El ritmo del Nuevo Trato! ¡Tenemos la razón! ¡Tiene la razón! ¡Tengo la razón!
♪ Esperando el Nuevo Trato ♪
♪ Listos para el Nuevo Trato ♪
♪ Bailando al Nuevo Trato ♪
Narrador: Cuando Johnson llegó a Washington, el entusiasmo y la promesa del Nuevo Trato de Roosevelt todavía animaban a la capital.
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Narrador: El Nuevo Trato era el clima perfecto para el joven congresista y su esposa, Lady Bird. Le había propuesto matrimonio el día que se conocieron y ella se convirtió en la esposa política perfecta: se levantaba a medianoche a hacer huevos revueltos para sus amigos; dirigía su oficina en el Congreso; trabajaba administrando sus negocios. Lady Bird nunca paró de servir a las ambiciones de su marido. Asignado a una oficina en el Old House Building, lejos de los pasillos del poder, el joven congresista no dudó en recurrir al presidente en busca de ayuda. Con el apoyo de la Casa Blanca, Johnson consiguió préstamos de millones de dólares en subvenciones del gobierno para granjeros, escuelas, vivienda para los pobres, carreteras, bibliotecas públicas.
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Narrador: Pero ayudar a terminar la enorme represa en la parte baja del río Colorado fue su mayor logro y el siguiente paso en la educación de Lyndon Johnson. En 1938, los habitantes rurales de Texas vivían sin electricidad.
E. Babe Smith, Cooperativa Eléctrica de Pedernales: Era una vida bastante primitiva: no había agua corriente y no tenían refrigeración. Cada comida tenía que empezar desde cero. Solían decir que el hombre es un caballero que mantiene a su mujer con un hacha afilada, para cortar la leña.
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Narrador: “De todas las cosas que he hecho”, escribió Lyndon Johnson, “nada me ha dado tanta satisfacción cómo llevar energía eléctrica a la región montañosa de Texas”.
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E. Babe Smith, Cooperativa Eléctrica de Pedernales: Mi hija, cuando tenía unos nueve años, no podía creer cómo se había iluminado la casa. (riendo). Dijo: “Mamá, la casa está en llamas”.
Narrador: La represa era todo lo que un joven congresista podía haber querido. Los granjeros le agradecieron a Johnson por la electricidad y los hombres que construyeron la represa le agradecieron por los contratos gubernamentales: George y Herman Brown de la compañía de construcción Brown and Root. Johnson ayudó a los hermanos Brown a construir un imperio de la construcción de mil millones de dólares. A cambio, los Brown financiarían las campañas políticas de Johnson.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Lo que yo diría es que eran un par de tipos haciendo mucho dinero con el Nuevo Trato y no querían tener que pagar salarios altos, así que estaban en contra del sindicato. No era una cuestión de principios; querían hacerse ricos y lo lograron. Bueno, Lyndon se les arrimó o ellos se le arrimaron a él y ganaron buen dinero. Recuerdo haberle preguntado a Johnson en la Casa Blanca: “¿Negociaban en efectivo?”. Y dijo que todo era en efectivo. Quiero decir, no había registros. Así que, en esas circunstancias, había muchos políticos que se vendían a los intereses comerciales. Uso un término peyorativo, no sé qué otro término usar… En la televisión, hay que hablar en clave. Accedían a hacer negocios con esas personas a cambio de dinero que usaban en sus campañas. (resoplido). Bastante parecido a venderse, ¿no? Y todo está organizado, no como su padre, en torno a ideas e ideales, pero como el hijo, en torno a sí mismo y a su carrera. No quiero decir que no esté haciendo mucho bien. Le lleva electricidad a las personas que no la tienen en su región. Sí, es muy inteligente.
Narrador: El 2 de mayo de 1939, George Brown le escribió una carta a Johnson. “Espero que sepas, Lyndon, cómo me siento, en cuanto a lo que has hecho por mí y voy a tratar de mostrar mi agradecimiento en el futuro, con acciones más que con palabras”. Dos años después, los hermanos Brown cumplieron su promesa.
(suena la canción Pasa los biscuits, Pappy)
Narrador: En 1941, cuando Johnson era candidato al Senado, necesitaba todo el dinero que los Brown le pudieran dar. Era un joven congresista tratando de llegar más allá de su distrito, en una carrera que era pura política de Texas: en parte campaña y en parte circo. 29 candidatos participaron, pero al final, solo había un hombre a quien vencer, el gobernador de Texas, “Pappy” Lee O'Daniel.
“Pappy” Lee O’Daniel, voz en off: ♪ Me gusta mi música. ♪
Lewis Gould, historiador: Pappy O'Daniel era un hombre que apareció de la nada para convertirse en gobernador de Texas a finales de los años treinta. Era una personalidad de la radio y eso lo hizo muy popular. Tenía una banda que tocaba para él llamada The Light Crust Dough Boys y su canción era Pasa los biscuits, Pappy.
“Pappy” Lee O’Daniel, voz en off: Por favor, pasa los biscuits, Pappy.
Lewis Gould, historiador: Y se hizo conocido como W. Lee “Pasa los biscuits, Pappy” O'Daniel.
“Pappy” Lee O’Daniel, material de archivo: ♪ Y dije “Váyanse viejos tiempos difíciles”. ♪
Lewis Gould, historiador: Era un conservador, pero en realidad no creía en nada excepto en ser elegido y ser popular.
“Pappy” Lee O’Daniel, material de archivo: ♪ Y tengo esa sonrisa de oro. ♪
Lady Bird Johnson: (riendo). Llevaba en la radio mucho tiempo con un programa muy popular de música country.
E. Babe Smith, Cooperativa Eléctrica de Pedernales: Todos los días al mediodía, tenía su emisora en Texas, él tocaba y cantaba. Las mujeres lo adoraban, ¿sabes? No podías encontrar a nadie que votara por él, pero siempre ganaba las elecciones.
“Pappy” Lee O’Daniel, voz en off: ♪ Tocada por la verdadera banda montañesa. ♪
Homer Dean, simpatizante de la campaña de LBJ: Ahora, escuchen todos, de cerca y de lejos, somos The Light Crust Dough Boys. Y luego cantaba… ♪ Hermoso, hermoso Texas. Donde crecen hermosos lupinos. Estamos orgullosos de nuestros antepasados que lucharon en El Álamo. Puedes vivir en las llanuras o en la montaña o allá abajo donde sopla la brisa del mar. Y sigues estando en el hermoso Texas. El estado más hermoso que conocemos. ♪
Banda: ♪ Oh, hermoso, hermoso Texas donde crecen hermosos lupinos. ♪
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: Y aparece Johnson, un congresista joven y desconocido con el aura de alguien que iba a llegar lejos. Iba a tener éxito y lo podías sentir. Se divertía, pero se dedicaba a soñar, atreverse, a imaginar e intentar cosas nuevas.
Banda: ♪ El estado más hermoso que conocemos. ♪
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Nadie se dedicaba más a la campaña que Lyndon Johnson. Trabajaba noche y día, hablando, caminando, conduciendo, haciendo todo lo posible por darle a conocer al público su nombre y convencerlo del hecho de que sería un senador de primera clase.
LBJ, material de archivo: Creo que ustedes están hartos de que los contraten y no hagan más que distraerlos. Van a enviar a Lyndon Johnson al Senado el próximo sábado con la mayor votación que haya tenido un senador.
(celebración)
Lady Bird Johnson: Fue a cada pequeño caserío, se recorrió las calles, estrechando la mano de los comerciantes. Reunía a todos los amigos que sus amigos pudieran convocar y a tu madre, y a tus parientes.
Banda: ♪ Y sigues estando en el hermoso Texas. El estado más hermoso que conocemos. ♪
Narrador: Al llegar al final de la campaña, Johnson seguía siendo el que se esperaba que perdiera, pero de nuevo, levantando la bandera de Roosevelt, Johnson cerró la brecha. La noche de las elecciones estaba confiado. Con el 96 % de los votos contados, le llevaba 5 000 votos de ventaja a O'Daniel. Ya llegaban las felicitaciones de Washington.
Lady Bird Johnson: La oficina electoral de Texas nos había declarado electos el sábado en la noche, cuando se contaron los votos. Los titulares de los periódicos del domingo por la mañana: “Johnson elegido al Senado”.
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: El Dallas News, el gran Dallas News, publicó una historia el domingo por la mañana: “LBJ Johnson, senador de Estados Unidos”. Lo declararon electo, como lo habían hecho con Dewey.
Lady Bird Johnson: Pero el margen por el que fuimos elegidos comenzó a disminuir. Eran unos 5 000 al principio y comenzó a disminuir.
Narrador: El aspirante de 33 años estaba a punto de recibir una lección en el lado oscuro de la política que nunca olvidaría. En el mundo turbulento de la elecciones en Texas, no era inusual tratar de llenar las urnas con votos falsos, especialmente en el sur y el este de Texas, y nadie lo entendía mejor que John Connally, amigo de Lyndon Johnson y director de su campaña.
John Connally, director de la campaña de LBJ: Muchos de esos condados tenían líderes políticos, a veces era un sheriff, a veces un juez. Básicamente, movían el condado en la dirección que ellos querían ir y así había sido el caso históricamente y la mayoría de esos líderes políticos nos apoyaban. El sábado por la noche, alrededor de la medianoche, me llamaron y dijeron: “Tenemos los resultados. ¿Qué quiere que hagamos con ellos?”. Yo dije: “Bueno, primero díganme cuáles son y luego repórtenlos”. Entonces, la oposición, el gobernador O'Daniel y su gente, sabía exactamente cuántos votos necesitaba para tomar la delantera. Siguieron cambiando y cambiando los resultados, y nuestra ventaja se achiquitó más y más. Por último, el miércoles por la tarde, terminamos peor, perdiendo las elecciones por 1 311 votos. Y básicamente yo soy el responsable de perder esa campaña en 1941. Les dijimos exactamente cuántos votos necesitaban. Y lo hice, no hay duda al respecto.
(suena canción Hermoso, hermoso Texas)
Banda: ♪ Oh, hermoso, hermoso Texas ♪
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: Fue un trago amargo para el Sr. Johnson, porque habíamos salido el sábado tarde a celebrar. No he hecho eso en otras campañas. Siempre esperaba al día siguiente. Le preguntaron a Lyndon si va a impugnar el triunfo de Pappy, porque es una elección robada, pero Lyndon sabe que su gente y sus partidarios han hecho cosas bastante inapropiadas también, incluido el hecho de que violan todas las leyes de la financiación de campañas y han gastado cientos de miles de dólares y Johnson dice: “No, no podemos impugnarlos”. Dice: “Esperaré mi turno y cuando llegue mi turno, arreglaré el saldo la próxima vez”.
John Connally, director de la campaña de LBJ: Pensamos que lo más prudente era no disputarlo, para que no dijeran que éramos culpables de estar envidiosos y seguir adelante, y decir: “Bueno, hasta la próxima”.
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Narrador: Johnson no estaba preparado para la derrota y nunca se había sentido más abatido. “Me sentí terriblemente rechazado y empecé a pensar en dejar la política y volver a casa a hacer dinero”, dijo. Pero no pudo decidirse a abandonarla. Compró una casa y sentó las bases de su fortuna personal. Lady Bird compró una pequeña estación de radio en Austin. Después de diez años de matrimonio, nació su primera hija. Tres años después, tendrían otra niña. Pero políticamente, Johnson languideció. La Cámara de Representantes era un escenario demasiado pequeño. Junto a los congresistas del sur, votó en contra de los derechos civiles y les dijo a sus amigos liberales: “No puedes ser un hombre de estado si no te eligen”. Finalmente, después de siete años de impaciencia, Johnson aprovechó la oportunidad para postularse al Senado. Sería una campaña que lo perseguiría por el resto de su carrera política.
Lady Bird Johnson: Y esta vez, su oponente fue Coke Stevenson, también gobernador y un hombre formidable.
Narrador: Coke Stevenson era un hombre que se hizo solo, tacaño con el presupuesto e inmensamente popular. Sus más fieles admiradores lo llamaban “Sr. Texas”.
John Connally, director de la campaña de LBJ: Las encuestas mostraban claramente que Coke Stevenson, al principio, tenía una ventaja de casi dos a uno sobre Johnson. Era una ventaja casi insuperable y la mayoría de la gente pensaba que Johnson no podía ganar.
Homer Dean, simpatizante de la campaña de LBJ: Él nos lo dijo y nos lo dijo John Connally, y todo el que hubiera estado en una feria del condado y supiera algo sobre la política de Texas sabía que esto sería o el éxito o el fracaso de Lyndon Johnson.
(suena la canción San Antonio Rose)
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: En 1948, Johnson ya era un maestro de la política de Texas.
Bob Wills cantando: ¡La rosa de San Antonio!
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Hacían estos espectáculos llenos de extravagancia en los pueblitos con la banda y la música, tal vez dando un bono de ahorro o una parrillada, una cerveza o algún tipo de… sandías o algo por el estilo. Todo hacía parte de la tradición de bombos y platillos de Texas y Johnson no perdió tiempo. Entendió que eso era una parte esencial.
Campaña publicitaria: Ayude a elegir a Lyndon Johnson senador de EE. UU.
Narrador: Mientras tanto, Coke Stevenson era tan popular y conocido que hizo campaña de pueblito en pueblito a la antigua usanza. Pero no Lyndon Johnson. En una precipitada campaña de cinco semanas en helicóptero, Johnson recorrió el estado, hizo 370 aterrizajes y perdió 12 kilos. En un solo día, habló con 15 000 personas.
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: Y te digo, si ibas a un pueblito y decías: “Lyndon Johnson va a venir al pueblo y estará aquí a las 2:00, y aterrizará en su helicóptero”, todos en el pueblo querían ver eso. Se reían un poco, pero no querían perdérselo.
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Narrador: Lo llamaban “El Molino de Viento de Johnson City”. Los texanos nunca habían visto algo parecido.
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: Era dramático. ¿Puedes imaginarte un pueblito que no ha tenido un helicóptero o que no ha visto muchos? En aquellos días, no había televisión. Volaban sobre un pueblito y daban un par de vueltas, él hablaba por el megáfono y decía: “Este es Lyndon Johnson. Voy a aterrizar en un minuto y quiero estrechar la mano de todo los que estén abajo”. La gente miraba hacia arriba y se reía, pero quedaban boquiabiertos y decían: “¿Está esto realmente sucediendo?”.
Ava Cox, prima de LBJ: Decía: “Es Lyndon Johnson, su congresista. ¿Cómo creen que van las cosas?”. “Bueno, Ed, ¿cómo va la cosecha allá? ¿Tiene una buena cosecha este año?”. Venía y llamaba a alguien por su nombre, “Bueno, Sid Hyde, ¿Cómo está el negocio del ganado hoy día?”. “Olin, ¿Cómo va el negocio de los coches?”. El viejo Olin daba un salto y miraba a su alrededor. No esperaba que alguien le hablara así.
Representante James Pickle, colaborador de la campaña de LBJ: Cuando aterrizaba, inclinaba el helicóptero y daba vueltas sobre el campo y arrojaba su sombrero Stetson sobre la multitud. Ahora, eso era dramático. Y tenía un sombrero 4x de castor, uno bueno. Y cuando lo hacía, los que estábamos en tierra que éramos parte del equipo, nuestro trabajo era ir a buscar el sombrero. Teníamos que recuperarlo y si no lo conseguíamos, recibíamos un regaño del jefe. Decía: “¿Saben cuánto me costó ese sombrero? ¿Saben cuánto? ¿Han ido a comprar un Stetson últimamente?”. Y nosotros decíamos que no, por supuesto, no nos atreveríamos a usar un sombrero así. Decía: “Eso sale de mi bolsillo. Agarren ese sombrero cuando lo arrojemos”. Y tendríamos que ir a buscar el sombrero. Por lo general, lo encontrábamos, pero si lo recuperaba un niño de diez años, sería muy difícil correr y decirle: “Hijo, dame ese sombrero” y quitárselo. Así que no siempre era agradable.
Narrador: Johnson había comenzado su vida política como un liberal de Franklin Roosevelt, pero en 1948 se presentó en contra de los sindicatos, a favor de las grandes empresas y se manifestó firmemente contra los derechos civiles. El auge petrolero había hecho que Texas fuera rico y conservador y, a medida que Texas cambiaba, también lo hizo Lyndon Johnson.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Bueno, tenías a un auténtico conservador, Stevenson, compitiendo contra un liberal del Nuevo Trato, Johnson, que ocultaba su verdadera naturaleza. Lyndon se presentó como un mayor antisindicalista que Coke Stevenson. Ahora bien, ¿qué sentido tiene eso, en términos de quién era realmente Lyndon? Ninguno. No tiene sentido, excepto, por supuesto, el oportunismo absolutamente incondicional de un político exitoso que se adaptaba. Derrocó desde la derecha a la figura más conservadora de la política de Texas en ese momento.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Algunas personas han tendido a idealizar a Coke Stevenson y a verlo como a una especie de vaquero texano de antes, un hombre de gran integridad. De hecho, Coke Stevenson era terriblemente reaccionario. En primer lugar, en cuanto a los derechos civiles: en 1942, lincharon a un negro texano en Texarkana y Stevenson le dio muy poca respuesta pública. Y cuando le preguntaron en privado sobre ello, su comentario fue: “Ustedes saben, que estos negros a veces hacen cosas que provocan a los blancos a tal violencia”. Y cuando la Corte Suprema dictó la decisión de 1944 afirmando que los negros tenían derecho a votar en las primarias demócratas, Stevenson lo calificó como “una amenaza a nuestra seguridad y protección”. Era intensamente antiderechos civiles y un racista, y segregacionista de primer orden.
Narrador: La carrera fue tan reñida que no había un obvio ganador. La ventaja oscilaba de un lado al otro.
John Connally, director de la campaña de LBJ: Yo dije: “Creo que la va a ganar”. Él dijo: “No, creo que la voy a perder”. Y yo dije: “No, va a ser lo contrario de 1941”.
Narrador: Tres días después de que cerraran las urnas, los votos seguían llegando y Stevenson iba adelante por un puñado de votos. Parecía que Stevenson sería el nuevo senador de Texas. Pero Johnson recordaba 1941. No estaba dispuesto a perder otra vez. La elección ahora dependía del “Duque del Condado Duval”, George Parr, el hombre que controlaba los votos del sur de Texas.
John Connally, director de la campaña de LBJ: George Parr controlaba el condado y esa gente votaba como él quería que votaran. No hay duda al respecto, en lo absoluto. Ahora bien, los candidatos no tenían nada que ver con eso.
Lewis Gould, historiador: Por naturaleza, no se escribe: “Compré estos votos, ayer a las 4:00 de la tarde”, pero obviamente había un entendimiento entre la gente de Johnson y los jefes políticos del sur del Texas.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Antes, cuando Coke Stevenson fue candidato a la gobernación, él también había recibido el favor de los jefes, porque les había pagado. En una de sus carreras, George Parr, el “Duque del Condado de Duval”, le había dado a Stevenson una votación de 3 310 a 17. ¿Es concebible que un margen tan desigual se le diera a un candidato para algún cargo público?
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Narrador: En el pequeño pueblo de Alice, al sur de Texas, seis días después de que cerraran las urnas, se reportaron 202 votos adicionales de la urna número 13. Cuando los contaron, todos menos dos eran para Lyndon Johnson. Cuando examinaron las firmas de los 202 votos nuevos, algunos dicen que los nombres estaban escritos con la misma tinta y ordenados alfabéticamente.
Homer Dean, simpatizante de la campaña de LBJ: No observé que estuvieran en orden alfabético, aunque algunas personas que lo vieron testificaron que eso había sucedido.
Narrador: Homer Dean era un abogado de 29 años trabajando en la campaña de Johnson cuando Coke Stevenson llegó a Alice y exigió ver la lista de votantes encerrada en la bóveda del banco Texas State Bank. Dean es una de las pocas personas que realmente vio los nombres en disputa.
Homer Dean, simpatizante de la campaña de LBJ: Me pareció que había habido un cambio de tinta y parecía que habían añadido 200 o 202 o 203 nombres a la lista de votación con una tinta y una letra diferentes. El Sr. Stevenson era un hombre encolerizado que sintió que le habían robado las elecciones y sintió que lo que acababa de ver era evidencia de eso.
Narrador: Stevenson impugnó las elecciones en la Convención Democrática del estado de Texas. No sirvió de nada, las fuerzas de Johnson eran demasiado poderosas. Cuando todo terminó, la urna número 13 marcó la diferencia. Johnson ganó por 87 votos. Pero la cuestión de una elección robada continuó.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: No se puede afirmar, basado en los hechos, que Johnson robó las elecciones. Creo que se puede decir que las robaron por él. Eso es verdad, pero, ¿ordenó él que lo hicieran? Nunca pude encontrar a John Connally haciéndolo.
John Connally, director de la campaña de LBJ: Estaba a 321 kilómetros de él. Yo estaba en Austin, Texas, con un montón de teléfonos llamando a todo el estado de Texas. No sabía nada al respecto. Esa es la verdad del asunto.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Si Homer Dean sabía que las robaron, no encuentras a Homer Dean diciendo que las robó.
Homer Dean, simpatizante de la campaña de LBJ: No lo pensé entonces ni ahora, que Johnson haya participado directamente de ello. Recibió el beneficio, pero no creo que lo dirigiera o incluso que supiera que estaba sucediendo.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Ya ves, simplemente se te escapa.
Narrador: 19 años después, Ronnie Dugger se reunió en la Casa Blanca con el presidente Lyndon Johnson y le preguntó sobre las elecciones de 1948.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Una noche, en su dormitorio, se echó a reír y parecía como si se preguntara si podría encontrar algo y dijo que iba a ir a la habitación de Bird que estaba en la puerta de al lado. Y rebuscó en el armario, creo que podía oírlo rebuscando en el armario y salió con esta fotografía de estos cinco tipos delante de este coche viejo con la urna número 13 balanceándose sobre el capó. Lo miré y sonreí… Él me devolvió la sonrisa… Pero no me lo quiso explicar. Le pregunté: “¿Quiénes eran estos tipos? ¿Por qué tenían la urna 13 sobre el capó del coche? ¿Qué significa?”. Y él simplemente… nada. No lo dijo. Eso es lo que diríamos en Texas: “No diría nada”. (riendo). Así que ahí está. (riendo). La historia convirtiéndose en… un misterio.
(suena la canción Hermoso, hermoso Texas)
Narrador: Era 1949 y Texas tenía un senador novato. Lo llamaban “Lyndon, de la victoria aplastante”.
Lewis Gould, historiador: Esto arrojó una sombra de ilegitimidad sobre el resto de su carrera política de la que nunca escapó. La idea de “Lyndon, de la victoria aplastante”, 87 votos, que había un muerto en el ropero, que era un embaucador, que había algo defectuoso en su título, de senador y de presidente.
Narrador: Cuando un entusiasta Johnson llegó al Senado, era un novato sin poder entrando a un club selecto dirigido por personas iniciadas, mucho mayores que él. Recurrió a un hombre que sabía cómo funcionaba el club: Bobby Baker. Baker había llegado al Senado de adolescente como asistente en 1940 y sabía, según decían todos: “dónde estaban enterrados los cuerpos”.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Entonces dijo: “Sr. Baker, quería conocerlo. Mis espías me dicen que usted es el hijo de puta más inteligente por aquí”. Y él dijo: “Eso no es verdad. La única reputación que tengo es que doy mi palabra y protegeré su privacidad”. Él dijo: “Bueno, usted es el tipo de hombre que quiero conocer”. Así que dijo: “Quiero que sepa que el Partido Demócrata Nacional es mucho más liberal que Texas”. Me advirtió que estaba comprometido con los intereses petroleros de Texas.
Narrador: Johnson siempre supo dónde estaba el poder. En Texas, se hizo amigo de los barones del petróleo. En el Senado, se acercó a los conservadores sureños y a su influyente líder, Richard Brevard Russell de Georgia.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: El senador Russell era un soltero solitario. Leía probablemente diez libros a la semana. Era un solitario. Pero Lyndon Johnson sabía dónde estaba el poder. Y si el senador Russell hubiera sido una mujer, se habría casado con él porque… (riendo), o casado con ella.
Narrador: Con el patrocinio de Russell, le dieron a Johnson el trabajo de látigo del partido. Transformó lo que había sido un cargo menor en una posición de poder. Dos años después, fue elegido líder demócrata. “Lyndon, de la victoria aplastante” era uno de los hombres más poderosos en el Senado de Estados Unidos.
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Narrador: En su tercer año en el Senado, Johnson se había comprado un terreno a lo largo del río Pedernales. El consumado político de Washington pronto adoptó los rasgos del mítico ranchero de Texas. Pero nunca dejó de trabajar. El rancho LBJ era más que un lugar para descansar; se convirtió en parte de la esencia del poder.
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John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Él no tenía intereses, excepto la política. Esa era toda su vida. Estaba totalmente comprometido con ella. Nunca leía nada excepto de política. No le interesaban los deportes, no leía ningún libro. No sé de ningún libro que haya leído, en todos estos años.
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: Creo que, para el temperamento de Lyndon Johnson, el Senado no podría haber sido más adecuado. Por un lado, era un pequeño número de personas. Solo hay un número limitado de personas y todas pueden estar sujetas a su personalidad. Todos los días, podía aprender cuáles eran sus miedos, sus deseos, sus anhelos, sus necesidades y luego manipularlos, dominarlos, persuadirlos y engatusarlos. Y lo que hizo que las cosas funcionaran en el Senado fueron las relaciones personales y Johnson era el mejor en eso.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Estaba decidido a reclutarte o matarte. Solían llamarlo “el tratamiento Johnson”.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Era una increíble mezcla de insistencia, halagos, recordatorios de favores pasados, promesas de favores futuros, predicciones de tiempos grises si algo no sucedía. Cuando ese hombre comenzaba a trabajarte, de repente, sentías como si estuvieras parado debajo de una cascada y todo te caía encima.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Lo he visto, solía conseguir… Se sentaba frente a un senador, cara a cara y tomaba su cabeza, y la metía por debajo, y la levantaba así para hablarle.
Ava Cox, prima de LBJ: Déjame decirte algo, tú no eres de esta parte del país, pero si no puedes observar a un tipo y mirarlo, cara a cara, no puedes saber lo que va a hacer.
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(música de un noticiero)
Texto: Lo más destacado de las increíbles elecciones. Comentario: Peter Roberts. Noticias del día.
Presentador de noticias: Las elecciones a mitad de legislatura de 1954 pasarán a la historia como unas de las más peculiares.
Narrador: En 1954, con los republicanos en control de la Casa Blanca, los demócratas ganaron el control del Senado, convirtiendo a Lyndon Johnson en el líder del grupo mayoritario más joven de la historia. Tenía 46 años.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: No hubo un líder del grupo mayoritario más poderoso en la historia estadounidense. Entendía cómo funcionaba el Senado. Sabía lo que los senadores necesitaban y lo que querían. Tenía biografías de cada uno de ellos para saber cuáles eran sus gustos, intenciones, objetivos, deseos, anhelos y esperanzas.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Conocía a los mujeriegos, conocía a los borrachos, sabía quiénes querían ciertos puestos en los comités. Sabía qué habitaciones querían. Sabía si querían un viaje a Europa para llevar a la esposa.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Si teníamos una votación pronto y el senador no iba a votar con nosotros, lo podíamos enviar a un viaje de la OTAN, hacíamos eso, así no tendría que votar en contra de nosotros, pero estaría por fuera y su esposa estaría feliz, asistiría a una conferencia y esas conferencias son muy importantes.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Su subordinado, Bobby Baker, su asistente en la plena, la gente lo llamaba “Pequeño Lyndon”, dijo en una ocasión: “Tengo a diez senadores en la palma de mi mano”.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Era una red de buenos amigos. ¿Sabes? Si has servido en el Congreso, ya sea en la Cámara o el Senado, durante muchos años, se han hecho favores los unos a los otros y dices lo que puedes o no hacer y lo que es posible.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Y controlaban todo lo que yo llamo el botín, las cosas que le daban a la gente.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Todo senador quiere una oficina privada en el Capitolio porque es su pequeño escondite, pueden alejarse de la prensa, pueden alejarse de su esposa. Pueden tener reuniones privadas, emborracharse, ya sabes. Pueden ser seres humanos.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Cuando dirigió el Senado, era increíble lo que hacía. Una vez lo vi retrasar la votación nominal que normalmente toma 15 o 20 minutos. La retrasó durante más de una hora para que pudieran sacar a Hubert Humphrey del aire sobre el Aeropuerto Nacional, y finalmente lo trajeron y votaron. Y durante ese tiempo, Johnson le hacía así al secretario, diciéndole que fuera más despacio. Y luego había otras veces cuando tenía los votos y estaba ganando por tal vez uno o dos votos y le decía que acelerara.
Harry McPherson, empleado del Senado de EE. UU.: En el Senado, caminaba de lado a lado, sacaba su inhalador, respiraba profundamente por la nariz, mirando la sala, pensando todo el tiempo, nervioso.
Eliot Janeway, economista, amigo de la familia de LBJ: Nunca se sentaba en una silla. Se quedaba de pie temblando. Brincaba de un lado a otro, haciendo sonar las monedas en su bolsillo.
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Comía a toda prisa. Devoraba su comida. La mayor parte del tiempo, no tenía modales. Comía del plato de cualquiera de las personas que tenía a su lado. Si comía algo que le gustaba y ellos no habían terminado el suyo, estiraba el tenedor y comía del plato de otros.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Se comía su postre, el de Lady Bird, el de Lynda y el de su hija, y el mío también. Era un hombre corpulento, pero podía tomarse dos quintos de galón de Cutty Sark todas las noches y eso no es bueno. Y fumaba cigarrillos como un loco. Hasta que tuvo su ataque cardíaco.
LBJ, material de archivo: Me voy a casa a descansar un largo rato y si los médicos me dan el visto bueno, volveré a trabajar al Senado cuando el Senado se vuelva a reunir en enero. Mientras tanto, nada de política y a la mecedora. Bueno, no diría que me pueden quitar la política por completo, pero tendremos lo mínimo.
Ambos, material de archivo: Buena suerte.
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Narrador: Johnson casi había muerto. Durante el resto de su vida, la imagen de una muerte súbita se cernía sobre él.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Uno de los verdaderos problemas de Lyndon Johnson era que era incapaz de relajarse. Hasta cuando intentaba relajarse, se ponía extremadamente frenético.
(motor acelera)
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Solía llamarme los sábados por la mañana y decir: “Vayamos al partido, tengo unas entradas”. Nos sentábamos y durante todo el partido de béisbol, hablábamos de política. No miraba el partido de fútbol americano, literalmente no lo miraba. Estaba mirando a la multitud, a su alrededor, saludaba a este, saludaba a aquel.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: Johnson tenía un ego inmenso. Tenía en las camisas y en las mangas sus iniciales: LBJ. El nombre de su esposa era Lady Bird, al menos informalmente, así que su nombre sería LBJ. Sus dos hijas, sus niñas ambas eran LBJ. Su rancho era el Rancho LBJ. (riendo). Su perro era Little Beagle Johnson.
Narrador: Mientras Johnson se preparaba para regresar a Washington, los liberales dentro de su propio partido comenzaron a atacarlo. Cuando buscó al popular presidente republicano, Dwight Eisenhower, lo acusaron de venderse. Querían acciones más contundentes en materia de vivienda, empleo y derechos civiles.
Joseph Rauh, Jr., Americans for democratic action: Mi opinión era que estaba destruyendo al Partido Democrático y no haciendo su trabajo. Su trabajo era oponerse a la administración de Eisenhower y no lo hizo. Estaban jugando como niños los unos con los otros y no había realmente oposición demócrata.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: No se sabe si él era liberal o reaccionario. Probablemente, ni lo uno ni lo otro. Probablemente, era simplemente un parlamentario extraordinariamente hábil, un oportunista que percibía el viento e iba en esa dirección.
Narrador: Nadie sabía qué causas defendía Johnson. En 1957, cuando un proyecto de ley de derechos civiles llegó al Congreso, parecía que finalmente se vería obligado a pronunciarse.
Hombre, material de archivo: ¡No pueden permitir que la NAACP se apodere de sus escuelas! ¡No vamos a permitir que nuestros niños sean utilizados como peones en un juego político para conseguir el voto racial de las ciudades del norte!
(celebración)
Roger Wilkins, abogado: Hay que recordar cómo era el país para la población negra en 1957 y 1959, cuando Johnson era el líder del grupo mayoritario.
Hombre, material de archivo: ¡Quieren arrojar a los niños blancos y a los niños de color al crisol racial de la integración, del cual surgirá una clase de personas conglomeradas, mulatas y mestizas!
(gritos)
Roger Wilkins, abogado: Todavía era un país segregado. Los negros todavía podían sufrir de actos de violencia inesperados.
(voces, un hombre grita)
Narrador: Nadie sabía lo que haría el líder del grupo mayoritario del Senado. Johnson nunca había votado a favor de un proyecto de ley de derechos civiles. Decidido a quitarse de encima su imagen sureña y convertirse en un político verdaderamente nacional, Johnson se enfrentó a su viejo amigo y mentor, Richard Russell de Georgia.
S. Douglass Cater, reportero de Washington D.C.: Lo primero que hizo fue reunirse con sus antiguos y más cercanos asesores, y decirles: “Esta vez, vamos a aprobar un proyecto de ley y más vale que lo acepten”. Richard Russell sufrió mucho porque realmente sentía que este era el principio del fin del Sur, tal como lo conocía.
Narrador: Entre bastidores, en el guardarropa del Senado, Johnson se movía de un lado al otro, primero, tratando de convencer a los demócratas del sur.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Les decía: “Si no aprueban este proyecto de ley moderado, van a hacerles tragar un proyecto de ley porque Richard Nixon es muy inteligente políticamente y ahora está hablando con la población negra ,y van a terminar con algo con lo que no podrán vivir”.
Narrador: Y Johnson sabía qué decirles a los liberales del norte.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Lo he oído muchas veces reprender a Hubert Humphrey. “Hubert, no hace falta ser un genio para estar a favor de los derechos civiles en Minnesota”. Dijo: “¿Cuántas personas negras hay en Minnesota?”. Hubert dijo: “Bueno, tenemos 12 000”. (riendo). Dijo: “Bueno, ¿sabes? me das asco”.
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Narrador: A mediados del verano, el tratamiento Johnson estaba teniendo efecto.
Reportero, material de archivo: Senador, se habla de un compromiso. ¿Ve algún ámbito en el cual llegar a un compromiso?
Senador, material de archivo: Bueno, todavía no me han presentado un acuerdo, pero soy un hombre realista y razonable.
Narrador: Mediante hábiles maniobras, Johnson diseñó un proyecto de ley aceptable para todas las partes.
LBJ, material de archivo: Se ha negociado un acuerdo. Me complace que el proyecto de ley se apruebe. Es un gran paso adelante en un campo muy importante y delicado.
Narrador: El 7 de agosto, el Senado aprobó la Ley de Derechos Civiles de 1957. Pero Johnson había cedido el poder de la ley. En teoría, la ley protegía el derecho al voto de los negros. En práctica, no le daba al gobierno ningún poder real de aplicarla.
Howard Shuman, colaborador en el Senado de EE. UU.: El proyecto de ley no contenía nada. De hecho, cuando finalmente fue aprobado, el Sr. Douglass dijo que le recordaba el viejo dicho de Lincoln, que era como una sopa hecha con la sombra de un cuervo que había muerto de hambre.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: “¿Puedes creerles a esos desgraciados?”, dijo. “Soy el primer hombre en la historia de este país en aprobar una ley de derechos civiles y me tienen que acuchillar”.
Narrador: La propuesta de ley era lo típico de Johnson, una obra maestra de politiquería en el Senado. Pero fue el primer proyecto de ley de derechos civiles desde la Reconstrucción. Johnson se había liberado de las cadenas de su imagen sureña y estaba listo para seguir adelante.
(suena la canción Happy Days Are Here Again)
Narrador: En 1960, Lyndon Johnson hizo público lo que todos ya sabían: quería ser presidente de Estados Unidos.
LBJ, material de archivo: La persona que elijan presidente, el peso que lleva, la carga que siente, la decisión que tome puede muy bien determinar si viven como hombres libres.
Narrador: Pero John Kennedy, el joven, rico y glamoroso senador a quien Johnson había descartado por su falta de experiencia, tenía la nominación casi asegurada. Johnson, resentido, llamó a Kennedy “Sonny Boy”.
JFK, material de archivo: He encontrado sumamente beneficioso servir en el Senado con el senador Johnson como líder. Creo que, si salgo victorioso de esta convención, será el resultado de ver al senador Johnson moverse por el Senado los últimos ocho años. He aprendido bien la lección, Lyndon, y espero que me beneficie en las próximas 24 horas. (el público se ríe y aplaude).
Narrador: En vísperas de la Convención Demócrata, Johnson desafió a Kennedy a un debate. Kennedy dejó a un lado a Johnson con frialdad.
JFK, material de archivo: … lleno de admiración por el senador Johnson, lleno de afecto por él, apoyándolo firmemente como líder del grupo mayoritario y confío en que en esa posición podremos trabajar juntos. Gracias.
(público aplaude)
Hombre, material de archivo: Señor presidente, el voto de Wyoming es para el senador Kennedy.
(multitud celebra y aplaude)
(banda toca Happy Days Are Here Again)
Narrador: Kennedy fue nominado por abrumadora mayoría en la primera vuelta.
(celebración, la música continúa)
Narrador: Ahora lo único que quedaba era la vicepresidencia y nadie estaba seguro de lo que haría Johnson si Kennedy se la ofreciera.
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Dijo: “Bueno Jack Kennedy acaba de llamar. Va a venir a verme. ¿Qué cree que quiere?”. Y yo dije: “Le va a ofrecer la vicepresidencia”. Dijo: “Oh, no, no lo haría. Probablemente me va a pedir que gestione la campaña”. Yo dije: “No, le va a pedir que sea vicepresidente”. Dijo: “Bueno… ¿Qué debería decirle?”. Yo dije: “Bueno, no tiene otra opción. Tiene que decir que sí”.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: “Señor líder, déjeme decirle, John Kennedy sabe que ningún católico ha sido elegido presidente en la historia de este país. Sabe que la única posibilidad que tiene de ser presidente de Estados Unidos es si usted es candidato a vicepresidente”. Le dije: “La vicepresidencia es el peor trabajo en este país, No vale ni un balde de saliva caliente”, como dice John Nance Garner. “Pero está a un pelo de la presidencia”.
Narrador: Cuando Kennedy le ofreció a Johnson la vicepresidencia, nadie estaba contento. Los conservadores no querían que Johnson se presentara con Kennedy, el liberal, y los liberales querían a uno de los suyos. Finalmente, el hermano del candidato, Robert Kennedy, visitó a Johnson.
Eliot Janeway, economista, amigo de la familia de LBJ: Estaba en la habitación de Johnson, con Johnson y John Connally, los tres solos, en la mañana de la nominación a la vicepresidencia a eso de las 10:30 cuando Bobby Kennedy irrumpió y comenzó a gritarle a Johnson que, “si sabía lo que le convenía, se retiraría de la lista”.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: A Johnson no le agradaba Bobby Kennedy y era mutuo, se odiaban. Entonces, lo que pasó fue que el Sr. Rayburn y John Connally fueron a verse con Bobby Kennedy.
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Bobby Kennedy dijo que se había desatado el infierno en la convención y que Johnson iba a tener que retirarse, cambiar de opinión y no aceptar la vicepresidencia. Y el Sr. Rayburn lo miró y dijo: “Ah...”. Y pronunció un improperio que no voy a usar.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: El viejo Rayburn dijo: “Mierda, mijo” y lo echó.
John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Yo dije: “Su hermano vino, le ofreció la vicepresidencia y el Sr. y la Sra. Johnson la aceptaron. Ahora, si él no quiere que la tenga, tendrá que llamarlo y pedirle que se retire”.
JFK, material de archivo: Y finalmente, estoy agradecido de poder contar en los próximos meses con muchos otros: con un distinguido compañero de fórmula que aporta unidad y fuerza a nuestra plataforma y a nuestra lista: Lyndon Johnson.
(público celebra y aplaude)
S. Douglass Cater, reportero de Washington D.C.: Y esa fue una verdadera transformación en la que este joven novato, Jack Kennedy, es el protagonista y él, grandulón y torpe Lyndon Johnson, es un segundón. Y créanlo, que esos años como vicepresidente fueron una agonía para él.
(suena despacio Happy Days Are Here Again)
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: Fue la terrible sensación de haber perdido el centro de dominio y de repente, creo que se sintió como un niño pequeño mirando en la vitrina el puesto de dulces que no podía alcanzar. Fue devastador.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Bobby nunca superó el hecho de que su hermano lo desautorizó y puso a Johnson en la lista. Había una antipatía mutua sin igual en la historia del mundo.
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S. Douglass Cater, reportero de Washington D.C.: No fue la forma en que el presidente lo trató. Creo que Jack Kennedy lo trataba con respeto. Pero todos los que rodeaban a Kennedy se burlaban de él y bromeaban: “¿Qué pasó con Lyndon Johnson?”.
Robert Baker, colaborador de LBJ en el Senado: Kennedy lo nombró director del centro espacial, además, lo envió a todos los viajes al extranjero en la historia del mundo y trató de darle algo que hacer.
(suena la canción Deep in the Heart of Texas)
Hombre, material de archivo: ¡Aw! ¡En lo profundo del corazón de Texas, sí!
Narrador: El vicepresidente Johnson hizo visitas ceremoniales a 26 países. Pero no era el tipo de hombre que pudiera sentir el ambiente de otra cultura. Adondequiera que iba, llevaba su cama extragrande, una boquilla especial para la ducha, decenas de cajas de Cutty Sark, miles de bolígrafos y encendedores con dedicatorias personales de regalo. Pero al menos en el extranjero, era el centro de atención. En casa, todavía estaban los Kennedy: urbanos, carismáticos, inmensamente populares.
Eliot Janeway, economista, amigo de la familia de LBJ: Lo consumía este sentimiento de inferioridad hacia los Kennedy. Lo hicieron pasar mal cuando era vicepresidente. Lo iban a sacar de su lista. Lo hicieron ver como un bufón, un hazmerreír. Cuando, como vicepresidente de Estados Unidos, visitó Escandinavia, Bobby Kennedy envió un telegrama sin codificar a las embajadas, sin codificar para que todos lo pudieran ver, diciendo que el vicepresidente de ninguna manera hablaba en nombre del gobierno de Estados Unidos y no debía ser recibido como si fuera un emisario del presidente.
Narrador: En 1963, un vicepresidente afligido y frustrado le dijo a un colaborador: “Mi futuro quedó atrás”.
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Narrador: Y luego, Dallas.
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Lady Bird Johnson: Todo empezó con mucha esperanza. Pero el ambiente en Texas no era bueno para Kennedy, así que por supuesto, estábamos tensos. Seguíamos la corriente y yo suspiraba aliviada. “Gracias a Dios, todo va a estar bien”. Y entonces vino el disparo. (disparo). El agente del Servicio Secreto de repente saltó sobre Lyndon y lo empujó al suelo.
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Lady Bird Johnson: Y ahí estábamos, a toda velocidad sin saber qué había tomado el control de nuestras vidas.
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Lady Bird Johnson: Este hombre entró y le dijo a Lyndon que el presidente Kennedy había muerto. Supongo que todos estuvimos en silencio un rato y luego Lyndon dijo: “Hay que llegar a Air Force One”. No sé cuánto tiempo estuvimos sentados, pero bastante tiempo. Él dijo: “¿Alguien en este avión conoce el juramento al cargo?”. Nadie lo sabía, palabra por palabra. Dijo: “Tendrán que llamar al fiscal general a preguntarle”. Qué llamada tan dolorosa. El fiscal general era Bobby Kennedy.
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Sarah T. Hughes, voz en off, material de archivo: Juro solemnemente…
LBJ, voz en off, material de archivo: Juro solemnemente…
Sarah T. Hughes, voz en off, material de archivo: … que desempeñaré fielmente…
LBJ, voz en off, material de archivo: … que desempeñaré fielmente…
Sarah T. Hughes, voz en off, material de archivo: … el cargo de presidente de Estados Unidos…
LBJ, voz en off, material de archivo: … el cargo de presidente de Estados Unidos…
Narrador: Un presidente muy querido se había ido y en su lugar estaba este texano de pasado dudoso. Los Kennedy desconfiaban de él. El pueblo estadounidense desconfiaba, estaba aturdido y desconcertado. El 22 de noviembre de 1963, Lyndon Johnson se convirtió en el 36. ° presidente de Estados Unidos.
SEGUNDA PARTE: QUERIDOS COMPATRIOTAS
Narrador: “Hice el juramento” dijo Johnson, “pero para millones de estadounidenses, seguía siendo ilegítimo, un hombre desnudo sin cobertura presidencial. Un pretendiente al trono, un usurpador ilegal. Y luego estaban los fanáticos, los que querían dividirnos, y los intelectuales del este que estaban esperando para derribarme antes de que pudiera siquiera comenzar a levantarme. Todo esto era insoportable”.
(tambores retumbando)
Narrador: Había rumores de planes oscuros y de conspiraciones. Los estadounidenses ansiosos sabían poco sobre el nuevo presidente. Lo que sí sabían era que su amado John F. Kennedy se había ido. “Siempre sentí pena por Harry Truman y la forma en que llegó a la presidencia”, le contó Johnson a un colaborador, “pero al menos su hombre no fue asesinado”.
Hombre, material de archivo: Señor presidente, el presidente de Estados Unidos.
(aplausos)
Narrador: A los cinco días de ser presidente, Johnson se dirigió a una sesión conjunta del Congreso. Después de décadas en Washington, los conocía a todos y sabía lo que estaban pensando. ¿Estaría a la altura?
LBJ, material de archivo: Señor presidente de la Cámara señor presidente del Senado, miembros de la Cámara, miembros del Senado, queridos compatriotas: Todo lo que tengo, lo habría dado con gusto por no estar aquí parado. El líder más grande de nuestra época ha sido derribado por el acto más vil de nuestros tiempos. Hoy, John Fitzgerald Kennedy vive en las palabras y las acciones inmortales que dejó.
Narrador: Nunca fue muy bueno dando discursos formales, pero el discurso más importante de su vida tranquilizó a una nación conmocionada y afligida.
LBJ, material de archivo: John F. Kennedy les dijo a sus compatriotas que nuestra obra nacional no terminaría en los primeros mil días ni en la vida de esta administración. Pero dijo: “Comencemos”. Hoy, en este momento de nueva determinación, yo les diría a mis queridos compatriotas… “Continuemos”.
(público aplaude)
Narrador: Con unas pocas palabras, invocó el legado del presidente fallecido. El nuevo presidente seguiría adelante. “Sabía que era imperativo tomar las riendas del poder y hacerlo sin demora”, escribió Johnson. Convenció al afligido gabinete de Kennedy que se quedara, incluido el fiscal general Robert Kennedy.
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John Connally, colaborador de la campaña de LBJ: Le dije: “Todos son gente de Kennedy. Muchos de ellos son buenas personas, pero… Son la gente de Kennedy… Estaban comprometidos con él, no con usted.” Dije: “No sé si estas personas serán desleales, pero obviamente no pueden tener el mismo sentimiento que tenían por Jack Kennedy. Tiene derecho, como presidente de Estados Unidos, a su propio gabinete, gente que conoce y en la que confía”. Bueno, dijo, “Ahora no puedo cambiarlos”. Dijo: “Prometo que los cambiaré después de la elección de 1964”.
Narrador: “Tuve que tomar el programa del difunto y convertirlo en la causa del mártir”, dijo. “De esa manera, Kennedy vivirá para siempre y yo también”. Un accidente de la historia le había dado el poder que había buscado toda su vida. “Ahora, estaba decidido”, como dijo, “a ser el mejor presidente de todos”.
Mujer, material de archivo: ♪ Libertad, libertad. Hay que tener libertad, libertad. ♪
Narrador: Su primera prueba serían los derechos civiles. Las tensiones raciales ya no podían moderarse con compromisos. El Movimiento por los Derechos Civiles exigía libertad, ahora.
Mujer, material de archivo: ♪ Libertad. Libertad, libertad, libertad. ♪
Narrador: La abrupta asunción de Johnson a la presidencia se había juntado con la violenta lucha por la igualdad de los negros.
(canción continúa)
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Narrador: En 1964, la segregación racial todavía gobernaba el sur, tanto en ley como en costumbre. Y Lyndon Johnson era un sureño agobiado por la historia, la vacilación, el compromiso y una larga serie de votos que habían mantenido la segregación. Los derechos civiles medirían la imaginación moral de Lyndon Johnson.
Roger Wilkins, gobierno de Johnson: Un acento sureño ayudó a levantar mis defensas. Así que cuando Johnson se convirtió en presidente, tuve miedo, era muy infeliz.
Narrador: Con los activistas de los derechos civiles enfrentándose a la segregación en todo el sur, muchos estadounidenses se preguntaban cómo reaccionaría el nuevo presidente.
James, Farmer, activista de los derechos civiles, CORE: Johnson no aprobaba, no le gustaba, puedo incluso utilizar un término más fuerte, odiaba las manifestaciones del movimiento en las calles. Las odiaba.
Representante James Pickle, (D) Texas: Pero tenía la suficiente sensibilidad para saber que se desataría el infierno si no hacíamos algo al respecto.
(gente gritando)
Narrador: Activistas de derechos civiles asediaron la sociedad segregada. Hubo sentadas en los restaurantes, en trenes y buses, en los hoteles y teatros, forzando a Johnson a actuar. Cuando algunos de sus colaboradores le aconsejaron que no pusiera en juego el prestigio de la presidencia, él respondió: “¿Para qué sirve si no es para ponerlo en juego?”.
Roger Wilkins, gobierno de Johnson: En aquellos días, lo decía una y otra vez: “Voy a ser el presidente que termina lo que Lincoln comenzó”. Lo decía una y otra vez. Bueno, era buena retórica, pero uno también sabía que era una gran lectura de la historia que, si de hecho pudiera lograrlo, pertenecería a Mount Rushmore.
Narrador: John Kennedy había presentado ante el Congreso, un proyecto de ley para prohibir la segregación en las instalaciones públicas, pero se estancó. Johnson decidió actuar. “El proyecto de ley se aprobará, aunque nos lleve todo el verano, y este proyecto de ley se firmará y se convertirá en ley porque la justicia y la moralidad lo exigen”.
Roger Wilkins, gobierno de Johnson: De repente, había un poder y una fuerza detrás de este tipo de legislación que no habíamos visto en la época de Kennedy y con eso, mi opinión sobre él comenzó a cambiar.
Narrador: La fuerza máxima del tratamiento Johnson, perfeccionado en el Senado, se convirtió en un arma del arsenal de la presidencia.
James, Farmer, activista de los derechos civiles, CORE: Hablaba por teléfono con senadores republicanos y con demócratas del sur, y negociaba con ellos. Les hablaba de un puente que querían en casa o de una represa que querían y él les ayudaría con eso si le ayudaban con esto y le daban esto que él quería, que toda la nación quería y necesitaba. También les recordaba en un tono poco sutil que, si no lo apoyaban, tendría formas de devolvérselas.
Jack Valenti, asistente del presidente: En esa época, éramos despiadados. Mi catálogo incluía a varios congresistas del sur, donde tenías que decir… Decían: “Bueno, Jack. No hay manera de que pueda votar por eso”. Y yo les decía: “Bueno, Sr. Congresista, sé que tiene esto y lo otro que quiere y no creo que estemos preparados para lidiar con eso a menos que vaya usted a responder a algunas de las súplicas del presidente”. Les hicimos saber que por cada voto negativo habría un precio que pagar.
Representante James Pickle, (D) Texas: Y él seguía diciéndoles a sus amigos del sur: “Si puedo defenderlo yo como presidente, ustedes deberían poder votar por él con su electorado. Esta puede ser la mejor oportunidad que tengamos. Creo que tenemos que cambiar la manera de hacer las cosas”. No es un yanqui de Nueva York diciendo: “Tenemos que hacer esto”. Era un sureño diciendo qué se debía hacer. Y eso ayudó. No ayudó mucho, porque los muchachos del sur, ellos sabían que iban a recibir una paliza por ello.
Roger Wilkins, gobierno de Johnson: Así es como le respondieron los sureños: “Usted nos están matando al querer a los negros. Está destrozando el partido. Nos está haciendo daño”. Y la respuesta de Johnson fue: “Esto es lo que tenemos que hacer. Y esto es lo que voy a hacer. Y esto es lo que se supone que debe hacer el Partido Demócrata”.
Narrador: Una vez más, el líder de los demócratas del sur, su viejo amigo y mentor Richard Russell, se interpuso en su camino.
Richard Russell, material de archivo: Aún no estamos listos para rendirnos en nuestra oposición a este proyecto de ley que consideramos una perversión del estilo de vida estadounidense…
Jack Valenti, asistente del presidente: Y le dijo a Dick Russell: “Quiero que se apruebe esta ley de derechos civiles y ni usted ni nadie se va a interponer en mi camino”. Y recuerdo que Richard Russell le dijo: “Bueno, Sr. Presidente, puede hacerlo, pero le diré una cosa, le va a costar el sur, le va a costar las elecciones”.
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Narrador: Los senadores del sur se prepararon para obstruir el proyecto de ley y evitar una votación, hablando hasta el cansancio. Pero Johnson no se dejó vencer.
Joseph Rauh, Jr., Washington D.C. comisión demócrata: Lo que el presidente hizo fue decir: “Pueden obstruir el proceso hasta que los mares se hayan secado. No voy a presentar nada más en el pleno”. Así las tácticas obstructivas no podían ganar. Y esa fue la gran contribución de Johnson al proyecto de ley de derechos civiles.
Narrador: El debate paralizó al Senado durante 83 días. Fue la obstrucción más larga en la historia del Senado. Y luego el Senado votó para parar de hablar.
♪ ♪
Narrador: El proyecto de ley fue aprobado. Esa misma noche, a las 2:00 de la mañana, Johnson se comunicó con el congresista Jake Pickle, uno de los únicos seis sureños que votaron a favor.
Representante James Pickle, (D) Texas: Y dijo: “Jake, este es tu presidente”. Dijo: “Sé que es tarde y sé dónde has estado”. Le dije: “¿Dónde he estado?”. Dijo: “Has estado tomando unas copas y tratando de olvidar el voto que emitiste. Votaste por los derechos civiles y estás tratando de olvidarlo”. Y dije: “Seguro que sí”. Dijo: “Porque te vas a llevar una buena tunda, ¿verdad?”. Y dije: “Me temo que sí”. Dijo: “Bueno, déjame decirte, la razón por la que sigo llamando es porque quiero que sepas que tu presidente está orgulloso de ti”. Dijo: “Tuve la oportunidad de hacer algo así cuando era congresista. No lo hice”. Y dijo: “Siempre me he arrepentido. Hiciste algo que yo pensé era lo correcto y no quería que esta noche pasara sin llamarte personalmente a decirte lo orgulloso que estoy de ti”. Dijo: “Lo estoy. Ahora, vete a dormir”. Por supuesto que no pude. Entre el voto y esa llamada, fue difícil conciliar el sueño.
♪ ♪
James, Farmer, activista de los derechos civiles, CORE: Recuerdo que cuando estaba hablando con él en la Casa Blanca, le pregunté cómo había llegado a ser como era. Dijo: “¿Qué quiere decir?”. Le dije: “Bueno, aquí está, llamando a senadores, torciéndoles el brazo, amenazándolos, engatusándolos, tratando de conseguir votos para los derechos civiles cuando su propio historial en materia de derechos civiles no era bueno, antes de convertirse en vicepresidente. Entonces, ¿a qué se debió el cambio?”. Johnson lo pensó un momento y arrugó la frente. Luego dijo: “Bueno, responderé citando a un buen amigo suyo y reconocerá la cita al instante. ¡Libre al fin, libre al fin, gracias a Dios Todopoderoso, soy libre al fin!”.
(música de un noticiero)
Texto: Noticiero Universal. Derechos Civiles. El presidente aprueba ley histórica. Voz de Ed Herlihy.
Presentador de un noticiero, material de archivo: El Congreso aprueba la ley de derechos civiles más amplia que se haya promulgado jamás y reafirma así el concepto de igualdad para todos los hombres que comenzó con Lincoln y la Guerra Civil hace 100 años. La Ley de Derechos Civiles de 1964…
Narrador: Cuando Lyndon Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles, un siglo de segregación forzada había terminado. Negros y blancos podían viajar en los mismos buses, comer en los mismos restaurantes, utilizar los mismos baños y alojarse en los mismos hoteles. Un presidente del sur había roto el sistema de segregación del sur.
Andrew Young, activista de los derechos civiles, SCLC: Había algo en este hombre. Tenía una carrera bastante chambona y había hecho cosas despiadadas y horribles, pero conocía la pobreza y el racismo, y realmente creo que decidió que así iba a asegurar su lugar en la historia. Esta era la manera de salvar a la nación. Y sabía que no era conveniente políticamente, pero creo que él realmente sabía que era lo correcto.
Eliot Janeway, economista, amigo de la familia de LBJ: Su actitud al entrar fue que Kennedy no pudo aprobar nada. “Aprobaré todo lo que Kennedy no logró hacer. Donde Kennedy fracasó, yo triunfaré. Soy el heredero de Kennedy; superaré a Kennedy. Actuaré donde Kennedy solo prometió”. Punto. Especialmente en Vietnam.
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(dando órdenes en vietnamita)
Narrador: Al otro lado del mundo, en un pequeño país del sudeste asiático había presagios que amenazaban con una guerra que un día consumiría la presidencia de Lyndon Johnson.
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Larry Berman, historiador de Vietnam: Creo que Johnson hubiera querido no haber oído hablar de Vietnam. No le interesaba Vietnam. Cuando llegó a la Casa Blanca no tenía ningún interés en el sudeste asiático. Deseaba que nunca hubiera llegado a ser, pero ocurrió. No podía pasarles a otros la responsabilidad. Esta fue la gran tragedia de su presidencia.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Recuerdo una noche, durante una larga caminata con él por los jardines del sur de la Casa Blanca, en la que dijo que Vietnam iba a ser su perdición; que Vietnam le iba a dar un papel en la historia que sería muy negativo.
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George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Vietnam no había figurado de manera prominente en la prensa estadounidense. La mayoría de los estadounidenses no tenía la menor idea de dónde estaba o por qué estaba allí. Lo sé, yo mismo, por ejemplo, cuando era niño tenía uno de esos libros para niños Los niños alrededor del mundo. Entendía la mayor parte: niño holandés, niña holandesa, niño chino, niña china. Pero una página me dejaba perplejo. Era un lugar llamado Indochina.
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Narrador: Johnson no inició la guerra en Vietnam. La heredó. Tres presidente antes que él: Truman, Eisenhower y Kennedy, habían enviado asesores y armas para ayudar a combatir un levantamiento nacional liderado por los comunistas. En 1963, ya había allá 16 000 asesores estadounidenses. Vietnam estaba dividida en dos. Vietnam del Sur, débil, corrupta y dependiente de la ayuda estadounidense, luchaba contra el Vietcong, un ejército guerrillero que recibía el apoyo de los comunistas del norte.
(cánticos)
Narrador: En el norte, Johnson encontraría adversarios con una voluntad tan poderosa como la suya. Querían un Vietnam, no dos. Habían resistido a los japoneses y derrotado a los franceses. No les tenían miedo a los estadounidenses. Su líder era un hombre al que llamaban “Tío Ho”.
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Narrador: Ho Chi Minh era un soldado, un político y un marxista dedicado. Implacable cuando era necesario, dispuesto a arriesgarlo todo para unir a su país. Para los vietnamitas, Ho Chi Minh era un patriota. Para Lyndon Johnson, no era más que otro comunista.
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Narrador: Menos de un mes antes de que Johnson fuera presidente, Vietnam del Sur estaba al borde del colapso.
(disparos, gritos)
William P. Bundy, secretario adjunto de estado: El presidente Johnson heredó una situación en Vietnam que se estaba deteriorando. La situación política se estaba deteriorando; la situación militar se estaba deteriorando. Recuerdo vívidamente que se trataba de… Fue el domingo después de tomar juramento que tuvo una reunión en la que dijo: “Vamos a continuar con esto”. Y ese era el tema: continuidad. “No estamos cambiando las cosas; vamos a hacer que funcionen”.
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: La necesidad de luchar en esa guerra se debía a la visión del mundo que compartía con la mayoría del país: que lo que Vietnam representaba era una enorme lucha contra los comunistas en la Guerra Fría y si cedíamos un centímetro en algún lugar, de alguna manera, ellos se aprovecharían.
Texto: Película del Departamento de Defensa de EE. UU.
Presentador, material de archivo: El objetivo de los comunistas es establecer el control sobre todo Vietnam. Y después de eso, sobre todo el sudeste asiático.
James Thomson, Jr., empleado del Consejo Nacional de Seguridad: La gente quedó fascinada con los mapas y las líneas rojas que iban al sur y luego al oeste. Esta gran falacia cartográfica se apoderó de las mentes de hombres en el poder, que deberían ser más sabios.
Narrador: Después de dos días en el cargo, Johnson le dijo a un colaborador: “Los chinos y los compañeros en el Kremlin, van a sopesar lo que hacemos. Se preguntarán hasta dónde pueden llegar. Creerán que, con Kennedy muerto, hemos perdido el ánimo. Creerán que somos cobardes y que no hablamos en serio”.
Clark Clifford, asesor presidencial: El presidente Johnson, en uno de sus estados de ánimo más hiperbólicos, dijo que él prefería enfrentar la amenaza del comunismo en el sudeste asiático que enfrentarla en la costa oeste de Estados Unidos.
Narrador: El presidente se dirigió al secretario de defensa, Robert McNamara, “el hombre más competente que he conocido, el hombre más objetivo que he conocido” dijo Johnson. El presidente lo llamaba cariñosamente “mi hombre de pelo grasoso”.
Robert McNamara, secretario de defensa, material de archivo: No tenemos ninguna duda de que los comunistas han intensificado su ritmo de ataque en las últimas semanas en Vietnam del Sur.
Narrador: Cuando McNamara propuso un aumento de asesores y de comandos de ataque encubiertos contra el Norte, Johnson estuvo de acuerdo.
James Thomson, Jr., empleado del Consejo Nacional de Seguridad: Se pensaba que los estadounidenses eran personas “que sí pueden”, que lograríamos cualquier cosa que nos propusiéramos. Y este tipo de guerra rural, en las selvas, que los comunistas nos estaban infligiendo en el Tercer Mundo, podíamos adaptarnos a ella y ganarla porque éramos más inteligentes, teníamos más tecnología y miles de millones de dólares, y prevaleceríamos.
Robert McNamara, secretario de defensa, material de archivo: El gobierno y el pueblo de mi país, los Estados Unidos, están hombro con hombro con su pueblo.
Narrador: Johnson la convirtió en la guerra de McNamara. “Quiero que se pongan de pie y salgan a esas selvas y les den una paliza a los comunistas”, dijo. “Y luego quiero que me dejen en paz, porque tengo cosas más importantes que hacer aquí en casa”.
(público aplaude)
LBJ, material de archivo: Y esta administración, aquí y ahora, declara una guerra incondicional contra la pobreza en EE. UU.
Narrador: La guerra contra la pobreza era la guerra que Johnson realmente quería librar. En su primer discurso sobre el Estado de la Unión, recurrió al populismo de su padre y su abuelo. Tomó la propuesta antipobreza de Kennedy y la hizo suya.
LBJ, material de archivo: No será una lucha corta ni fácil, pero no descansaremos hasta ganar esa guerra. La nación más rica de la Tierra puede permitirse ganarla. No podemos permitirnos perderla.
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Narrador: Cuando Lyndon Johnson se convirtió en presidente, 35 millones de estadounidenses vivían por debajo del umbral de la pobreza en el país más rico del mundo.
S. Douglass Cater, asistente del presidente: Y dije: “Pero ellos no votan. No tienen grupos de presión organizados. ¿Cómo va a conseguir una legislación sustancial sobre la pobreza? Jack Kennedy no pudo; ¿Cómo va a hacerlo?”. Se reclinó y dijo, y estas palabras están grabadas en mi memoria, dijo: “No sé si logre aprobar alguna ley o si conseguiré que me asignen un solo dólar, pero antes de que termine, ninguna comunidad en EE. UU. podrá ignorar la pobreza que existe en ella”.
Narrador: Johnson se dirigió entonces al director del Cuerpo de Paz, Sargent Shriver.
R. Sargent Shriver, Jr., director del Cuerpo de Paz: Un sábado por la mañana, me llamó y me dijo que su programa de radio, que tenía todos los sábados, iba a empezar en un par de horas y que quería anunciar en ese programa que yo sería el nuevo director de la guerra contra la pobreza o el director de la nueva guerra contra la pobreza. Y dije: “Bueno, señor presidente, no he tenido la oportunidad de hablar con mi esposa, no he hablado con ninguna de las personas en mi oficina. No sé qué pensarán en el Cuerpo de Paz. ¿No podría posponerlo? Francamente, preferiría hablar la semana que viene”. Dijo: “Bueno, Sargent, la verdad es que tenemos que avanzar en la guerra contra la pobreza así que por favor hable con Eunice y lo llamo más tarde”. Así que colgué y no podía creerlo. Y de repente, el teléfono volvió a sonar. Era el presidente. Dijo: “Bueno, ¿qué ha decidido?”. Dije: “Señor presidente, sería mucho mejor para mí y para mi familia si habláramos de esto el lunes o martes, ver qué pasa, tener una mejor idea de lo que quiere que haga y me temo que si anuncia que soy el director de la guerra contra la pobreza, la gente me preguntará qué voy a hacer y no lo sé, y eso sería una vergüenza para mí y tal vez no sea tan bueno para usted”. Dijo: “Bueno Sargent, como sabe, tengo este programa de radio como en una hora. Déjeme lo llamo más tarde”.
Así que me llamó a los 20 minutos y en voz muy baja, sonaba confidencial… (suavemente)… dijo: “Escuche. Voy a anunciarlo. Y no puedo hablar en voz más alta porque todo el gabinete está aquí en la oficina. Pero tiene que entender, Sargent, le habla su presidente y voy a anunciarlo como el director de la guerra contra la pobreza”. Bung. Me volví hacia mi esposa y le dije: “Parece que voy a ser el nuevo director de la guerra contra la pobreza”. (riendo).
R. Sargent Shriver, Jr., Oficina de oportunidad económica, material de archivo: El programa del presidente Johnson contra la pobreza se distingue por lo menos en cuatro aspectos.
Narrador: En apenas seis semanas, Johnson había presentado su plan. Pero dejaría que Shriver se preocupara de los detalles.
R. Sargent Shriver, Jr., Oficina de oportunidad económica: No tenía que decirme lo que quería. Sabía lo que quería. Quería empezar en grande y quería empezar con éxito. No tenía que decírmelo.
(suena la canción Happy Days Are Here Again)
Narrador: Johnson recorrió el país pidiendo apoyo para su legislación antipobreza. La pobreza en Estados Unidos había sido invisible. Johnson la puso en primera plana.
LBJ, material de archivo: Nuestro primer objetivo es liberar a 30 millones de estadounidenses de la prisión de la pobreza. ¿Pueden ayudarnos a liberar a estos estadounidenses? Y si pueden, ¡déjenme escuchar sus voces!
Narrador: Para Johnson, fue el regreso a su pasado político, reviviendo los gritos de batalla del Nuevo Trato.
Donald Malafronte, colaborador del alcalde de Newark: Era el último soldado en la guerra del Nuevo Trato, como la expresión final de todo lo que había sucedido en los años treinta y cuarenta, el gobierno como madre, padre, asfixiante, Lyndon Johnson te abraza con fuerza, te ama, quiere que seas mejor.
LBJ, material de archivo: Hagan algo de lo que podamos estar orgullosos. Ayúdenles a los débiles y a los humildes, elévenlos, entrénenlos y denles una educación para que puedan abrirse caminos en lugar de vivir de nuestra abundante generosidad.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: La mayoría de la gente no se preocupa activamente de la gente que no conoce, la gente que está sufriendo. Es difícil para nosotros recordar a esa gente. Lyndon nunca los olvidó, creo yo. Realmente creo que nunca lo hizo.
Robert Dallek, biógrafo de LBJ: Su visión era ayudar a los menos favorecidos a ayudarse a sí mismos. Su esperanza era darles educación, oportunidades, la oportunidad de participar de la cultura convencional, de la vida económica de la clase media. Y eso es tan estadounidense como el pastel de manzana.
LBJ, material de archivo: Tenemos derecho a asumir que tendremos trabajo para darles comida a nuestra familias, un techo sobre sus cabezas, ropa sobre sus cuerpos. Y con su ayuda y la ayuda de Dios, lo tendremos en EE. UU. (golpeando). Gracias.
(multitud celebrando)
Narrador: Johnson le declararía la guerra a la pobreza y no habría bajas. Todos saldrían ganando, incluso las grandes empresas.
Ronnie Dugger, biógrafo de LBJ: Les diría a los empresarios: “Escuchen, tenemos un país muy abundante. Tenemos los recursos para ayudar a esta gente que está de últimas. Por el amor de Dios, no entienden que su interés…”. En efecto, su argumento era: “Su interés como líder empresarial es el bienestar del estado porque mantiene todo estable”. Debe haber sido un argumento muy atractivo para un ejecutivo corporativo que no estaba a la derecha de Atila el Huno, que en un país civilizado y con tanta abundancia, asombrosa abundancia, en comparación con el resto del mundo, nos podemos permitir el lujo de ser liberales con los pobres.
R. Sargent Shriver, Jr., Oficina de oportunidad económica: Nuestra generación había estado en la Segunda Guerra Mundial. Así que cuando se lanzó una guerra contra la pobreza, era típico de nosotros, en esa época, pensar en esta guerra contra la pobreza en términos iguales a la guerra contra Hitler. Estábamos acostumbrados a pensar en términos de que EE. UU. podía hacer cosas en grande. Estados Unidos dominaba al mundo como un coloso. No había en el mundo nada igual a Estados Unidos de América.
Narrador: La guerra contra la pobreza era parte del programa de Johnson para el país. Pocos anticiparon que este texano grosero y desagradable propondría una serie de leyes para enriquecer la vida diaria de todos los estadounidenses. Llamó a su visión la “Gran Sociedad”.
LBJ, material de archivo: La Gran Sociedad es un lugar donde todo niño puede encontrar conocimiento para enriquecer su mente y ampliar sus talentos. Es un lugar donde el ocio es una oportunidad bienvenida para construir y reflexionar, no una temida causa de aburrimiento e inquietud. Es un lugar donde la ciudad del hombre sirve no solo a las necesidades del cuerpo y a las demandas del mercado, sino al deseo de belleza y al hambre de comunidad.
Narrador: Era una retórica pomposa que rara vez usan los líderes estadounidenses en la actualidad.
LBJ, material de archivo: Es un lugar que honra la creación por sí misma.
Narrador: Como lo describió un colaborador: “Lo que quiso decir fue, un estómago lleno, sí, pero una vida más plena, también”.
LBJ, material de archivo: Es un lugar donde los hombres están más preocupados por la calidad de sus objetivos que por la cantidad de sus bienes.
(público aplaude)
Narrador: Sus aspiraciones eran enormes. Quería hacer algo por todos. Quería ser el mejor padre que los estadounidenses hayan tenido.
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Narrador: Pero en 1964, Johnson todavía se veía a la sombra de John Kennedy. Odiaba ser simplemente un presidente accidental. Quería ser un presidente electo por derecho propio. El Partido Republicano lo iba a poner fácil.
Barry Goldwater, candidato republicano, material de archivo: Les recuerdo que el extremismo en defensa de la libertad no es un vicio.
(multitud celebrando)
Narrador: A mediados de julio, en el Palacio Cow de San Francisco, triunfó el ala derecha del Partido Republicano. Un teniente general de la Reserva de la Fuerza Aérea, el senador de Arizona Barry Goldwater fue nominado para presidente. El lema de la campaña de Goldwater era: “En tu corazón, sabes que tiene la razón”. Un bromista añadió “a la extrema derecha.”
Barry Goldwater, candidato republicano, material de archivo: Gracias. Lo diré para que todo el pueblo estadounidense pueda oír, que el único enemigo de la paz en el mundo es el comunismo. (multitud celebra). Y no me importa si es el comunismo chino o el comunismo ruso o de quién sea, es comunismo.
(público aplaude)
Narrador: Johnson vio a Goldwater en televisión y apagó el televisor con una sonrisa. Goldwater había acusado a los demócratas de ser blandos con el comunismo. Si Johnson pudiera demostrar que era tan firme como su rival republicano, tendría más que una victoria. Las elecciones presidenciales de 1964 serían una victoria aplastante.
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Narrador: Menos de 3 semanas después, cerca de la medianoche, Johnson hizo una dramática aparición televisiva.
LBJ, material de archivo: Como presidente y comandante en jefe, es mi deber informarle al pueblo estadounidense que renovadas acciones hostiles contra buques estadounidenses en alta mar, en el Golfo de Tonkín me han obligado hoy a ordenar a las fuerzas militares de Estados Unidos a tomar medidas y responder.
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LBJ, material de archivo: Nuestra respuesta, por ahora, será reducida y apropiada.
Narrador: Los bombarderos estadounidenses que atacaron a Vietnam del Norte demostraron que Johnson era un anticomunista comprometido.
Hombre, material de archivo: (por radio). Recibido, vamos por ellos.
(hombre habla por radio)
Narrador: Johnson usaría este incidente para adquirir el poder de hacer la guerra en Vietnam cuándo y cómo quisiera.
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Narrador: Johnson acusó a los norvietnamitas de un ataque no provocado. Pero, la verdad, durante seis meses, el presidente había realizado incursiones encubiertas contra Vietnam del Norte.
Hombre, material de archivo: (por altavoz). Cuartel general, cuartel general. Todos, atiendan sus puestos de batalla…
Texto: Reconstrucción del Departamento de Defensa de EE. UU.
Narrador: Finalmente, el 2 de agosto, los torpedos norvietnamitas tomaron represalias. Dispararon contra el destructor estadounidense Maddox en el Golfo de Tonkín. El Maddox devolvió fuego, hundiendo un barco vietnamita y paralizando a otros dos.
Dean Rusk, secretario de estado: Cuando eso ocurrió, pensamos que podría haber sido la acción de comandantes locales de gatillo fácil y que no representaba la política del gobierno de Vietnam del Norte. Y por eso tendimos a ignorar ese ataque.
(disparos)
Narrador: Dos días después del primer incidente, temiendo que una vez más los estuvieran atacando, los ansiosos marineros del Maddox dispararon sus armas en una noche oscura sin luna.
(disparos)
Narrador: Su inquieto comandante comenzó a enviar telegramas al Pentágono.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: El 4 de agosto, comencé a leer el tipo de telegrama que se veía muy pocas veces en el Pentágono y que casi nunca volví a ver. Eran telegramas operativos.
Narrador: Daniel Ellsberg, en su segundo día de servicio en el Pentágono se encontró leyendo esta serie de telegramas con mensajes de alto secreto provenientes del Golfo de Tonkín.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: Eran telegramas operativos y llegaban muy rápido, sobre una operación que estaba sucediendo en ese momento, al otro lado del mundo. Los telegramas decían: “Estamos bajo ataque en este momento. Acabamos de evadir con éxito un torpedo. Estoy tomando medidas evasivas”. “Ahora dos torpedos”. Otro mensaje: “Ahora, cuatro torpedos están en el agua”. “Seis torpedos están en el agua”. “Tenemos 21 torpedos, no al mismo tiempo, pero 21 torpedos vienen hacia nosotros”. Aparentemente, el agua estaba repleta de torpedos.
Narrador: En cuanto transmitieron los telegramas de Tonkín a la Casa Blanca, Johnson se preparó para tomar represalias.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: Y entonces, de repente, un telegrama llegó con un llamado de alarma. Decía: “Reevaluación de la información que recibimos sugiere que efectos climáticos anormales y un hombre demasiado entusiasta a cargo del sonar pueden haber sido responsables de la mayoría de los informes. Recomiendo completa evaluación antes de tomar acción”.
George Reedy, personal del Senado de EE. UU.: Tan pronto comenzamos a recibir mensajes coherentes que habían elaborado, empecé a sentir un escalofrío. “Esperen un minuto, algo anda mal aquí”.
Narrador: El comandante del Maddox seguía teniendo dudas. ¿Hubo un barco norvietnamita en esa noche oscura? Al amanecer, aviones de reconocimiento examinaron el océano en busca de una mancha de petróleo, un palo de madera, alguna evidencia de un ataque de Vietnam del Norte. No encontraron nada. La evidencia no fue concluyente, pero Johnson siguió adelante y ordenó los primeros bombardeos sobre Vietnam del Norte. Las represalias después de Tonkín continuaron durante 5 horas. Mataron a un piloto, capturaron a otro. Nadie sabía cuántos norvietnamitas murieron.
(voces de fondo)
Narrador: Al día siguiente, Johnson presentó su versión del incidente.
LBJ, material de archivo: El 2 de agosto, el destructor estadounidense Maddox fue atacado en alta mar, en el Golfo de Tonkín.
Narrador: Frente a una enorme pancarta que proclamaba: “Syracuse ama a LBJ”, el presidente tuvo cuidado de no revelar toda la historia.
LBJ, material de archivo: El 4 de agosto, ese ataque se repitió.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: No explicaron que “en general, creemos que probablemente hubo un ataque, al cual respondimos tomando represalias” en cambio, por obvias razones, “Hubo un ataque inequívoco, contra nuestros barcos”, lo cual era una mentira, “y no fue provocado”.
LBJ, material de archivo: Los ataques fueron deliberados. Los ataques no fueron provocados.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: Eso también era una mentira. Estábamos realizando incursiones contra Vietnam del Norte las cuales los norvietnamitas asociaron correctamente con las patrullas de los destructores.
Narrador: Johnson llamó a los líderes del Congreso a una reunión.
J. William Fulbright, Comité de Relaciones Exteriores del Senado: Según lo recuerdo, me invitó a mí y a varios miembros del comité a la Casa Blanca y les contó sobre este ataque terrible y no provocado… “Estábamos pacíficamente haciendo nuestro trabajo y, oh, sin provocación, nos atacaron, enviaron estos barcos cañoneros y nos rodearon y nos bombardearon…”. Y hasta tenían un pequeño proyectil. “Esto es evidencia… Había caído sobre la cubierta de uno de nuestros barcos”. No se me ocurrió pensar que estaba mintiendo o tergiversando la situación. Me lo tragué, quiero decir, pasaron uno o dos años antes de que descubriese que me habían engañado.
Narrador: Pocos estadounidenses cuestionaron la versión del presidente. Lo que pasó esa noche oscura al otro lado del mundo solo se hizo evidente más tarde.
George Ball, subsecretario de estado: Johnson me dijo indignado que “esos malditos marineros estaban disparando a peces voladores y deberían saber que no se debe hacer eso”. (riendo). No pensó, bueno, lo creyó al principio, pero luego llegó a pensar que no había nada ahí, que esto había sido… Que habían estado viendo sombras.
Narrador: Johnson no le pidió al Congreso que declarara la guerra. En cambio, utilizó el incidente para liberarse del control del Congreso. Solicitó una resolución que le diera el poder de ampliar la guerra sin más autorización. Después de deliberar durante apenas 40 minutos, la Cámara aprobó la Resolución del Golfo de Tonkín. Ningún representante votó en contra. En el Senado, hubo solo dos votos en contra. El 7 de agosto, Johnson firmó la resolución. El lenguaje era amplio, la autoridad abarcaba mucho. Se escuchó a Johnson decir: “Es como el camisón de la abuela, lo cubre todo”.
Clark Clifford, asesor presidencial: Fue lo más parecido a una declaración de guerra que se puede conseguir. Eso nos inició en el largo camino de Vietnam.
(público aplaude)
Narrador: Apenas 3 semanas después de que Johnson firmara la Resolución del Golfo de Tonkín, el Partido Demócrata celebró su convención de nominación en Atlantic City.
(celebración y aplausos)
Nicholas Katzenbach, fiscal general: Hay que recordar que el candidato que compitió contra Lyndon Johnson fue Barry Goldwater. (aplausos continúan). Siempre pensé que la Resolución del Golfo de Tonkín fue en esencia, una resolución electoral. Estaba dirigida a Goldwater y a la derecha. Creo que la mayoría de los senadores demócratas en el Congreso pensaron eso. Fue diseñada para demostrar que Lyndon Johnson estaba preparado para ser tan duro como cualquiera, y, por lo tanto, quitarle algo de viento a las velas de un candidato de derecha.
LBJ, material de archivo: Mis queridos compatriotas: Acepto su nominación.
(público celebra)
Narrador: Cuando ganó su carrera para el Senado con 87 votos sucios, lo apodaron “Lyndon, de la victoria aplastante”. Cuando el asesinato de un querido presidente lo puso en la Casa Blanca, lo desdeñaron como presidente accidental. En noviembre de 1964, Lyndon Johnson quería una victoria que borrara todos esos recuerdos.
LBJ, material de archivo: Le pido al pueblo estadounidense un mandato, no solo para que las cosas sigan como van. Le pido al pueblo estadounidense un mandato para comenzar. (celebración y aplausos). ¡Comencemos! (público celebra).
(suena Hola, Lyndon)
♪ Hola, Lyndon
Bueno, hola, Lyndon
Es genial tenerte
donde perteneces
Te ves genial… ♪
Narrador: Desde el principio, Johnson iba muy por delante y la ventaja lo inspiraba. Emocionaba a las multitudes y disfrutaba de su ardor. “Mírenlos”, decía, “solo mírenlos”. Aquí, en los rostros de millones de estadounidenses, estaba el amor y el afecto que siempre buscaba.
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: La gran mayoría sintió que con Lyndon Johnson estaba a salvo. Todo el mundo estaba con Lyndon Johnson, excepto, como él podría decir, “los locos” que estaban con Goldwater. (risas). Johnson, no estoy segura de que pudiera aceptar que había un grupo al que no le iba a gustar. Quería ganarse a todo el mundo si era posible.
♪ ♪
Elizabeth Wickenden, amiga de la familia de LBJ: En el fondo, era muy inseguro, fácilmente herido o agraviado. Cada vez que hacía campaña, le salían ronchas. Tenía una especie de eczema psicológica.
Roger Wilkins, gobierno de Johnson: Un día, estaba en la Casa Blanca y Johnson me rodeó con el brazo y dijo: “Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Necesito a Nueva York. Tú conoces gente en Nueva York. Te criaste en Michigan”. Cómo sabía que me crie en Michigan, no sé. “Quiero tu ayuda en Michigan y… ¿Qué otros estados conoces?”. Luego, hablé con un tipo texano que conocía, que era cercano a Johnson y le describí esto y le dije: “Craig, lleva la delantera. Las encuestas muestran que va a destruir a Goldwater. ¿Por qué me hace esto? ¿Qué quiere?”. Y Craig me miro y dijo: “Lo quiere todo”.
♪ … que es él
Todo el mundo
dice que es él
Todo el mundo
está de acuerdo que es él ♪
Narrador: Johnson pintó a su rival republicano como insensible a las necesidades de las minorías y los pobres. No fue difícil que creyeran las acusaciones.
Barry Goldwater, candidato republicano, material de archivo: Los grupos de las minorías gobiernan este país. Acéptenlo.
(multitud abuchea)
Martin Luther King, Jr., material de archivo: Y debo ser lo suficientemente honesto para decir que no veo cómo ningún negro o blanco que se respete pueda votar por el Sr. Goldwater.
(celebración)
Texto: Comercial de la campaña presidencial del partido republicano.
Ronald Reagan, material de archivo: Soy Ronald Reagan. Todo estadounidense debería escuchar lo que Barry Goldwater tiene que decir, no lo que un grupo de distorsionadores de la verdad quiere hacerles creer.
Barry Goldwater, candidato republicano, material de archivo: Este país, amigos míos, debe siempre mantener la superioridad de fuerza, el devastador poder del contraataque…
Narrador: Goldwater asustaba a muchos estadounidenses con la forma en que hablaba de usar las armas nucleares.
Barry Goldwater, candidato republicano, material de archivo: … creando el suicidio para ellos y su sociedad si presionan el botón. (público celebra y aplaude)
Comercial de la campaña presidencial de Johnson.
Niña: Uno… Dos…
Narrador: El equipo de Johnson diseñó un comercial que capturó la pesadilla que todos imaginaban.
Niña: Cinco… Siete…
Narrador: Fue tan polémico que salió al aire una sola vez.
Niña: Ocho… Nueve…
Hombre: (con eco). Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero.
LBJ: Esto es lo que está en juego: crear un mundo en el que los hijos de Dios puedan vivir o caer en la oscuridad. Debemos amarnos los unos a los otros o moriremos.
Voz en off: Voten por el presidente Johnson el 3 de noviembre. Hay demasiado en juego para quedarse en casa.
Narrador: Johnson se presentó como el candidato de la paz. Prometió que nunca enviaría muchachos estadounidenses a pelear en Vietnam. Nunca quiso que Vietnam fuera un tema de la campaña. “Si su suegra tiene solo un ojo y lo tiene en la mitad de la frente”, dijo, “no la tienes en la sala de estar”.
♪ Hola, Lyndon ♪
Narrador: El día de las elecciones, dijo Johnson, “espero el momento para el que me he pasado toda la vida preparándome”.
Doris Kearns Goodwin, biógrafa de LBJ: No podía disfrutar, obviamente, ser presidente porque John Kennedy había muerto, pero ahora, como él lo veía, lo podía imaginar, me decía, a todo el mundo entrando a la cabina de votación, tirando de la palanca o escribiendo una X por él y creo que de verdad pensaba: “Me aman”.
Lewis Gould, historiador: No era suficiente una derrota aplastante contra Goldwater. No podía entenderlo, si fuera 90 % a 10 %, ¿por qué no habían persuadido a ese otro diez por ciento?
Narrador: “Millones y millones de personas”, diría más tarde, “cada una marcando mi nombre en su papeleta. Cada uno me quería como su presidente. Por primera vez en toda mi vida, me sentí amado por el pueblo estadounidense”. A lo largo de la campaña, Johnson no les había contado a los estadounidenses sobre Vietnam. Pero a puertas cerradas, él y sus asesores habían estado tomando decisiones que llevarían a la nación a adentrarse más y más en la guerra.
James Thomson, Jr., empleado del Consejo Nacional de Seguridad: Yo estuve presente en una reunión en agosto de 1964, con los secretarios de estado, de defensa y otros, con el presidente, en la que el presidente emitió órdenes de marcha sobre lo que debían hacer mientras él hacía campaña. Lo que quería que estuviera disponible cuando él regresara victorioso, esperábamos, era una gama de opciones para cómo se debía enfrentar Vietnam.
Daniel Ellsberg, empleado del Departamento de Defensa: ¿Tenemos que intensificar la guerra? ¿Tenemos que atacar a Vietnam del Norte? ¿Tenemos que enviar tropas? ¿Puede mantenerse unido este régimen en Saigón y no colapsar totalmente, no desertar en masa? ¿Podemos evitar la derrota en Vietnam otra semana, otro mes? ¿Podemos mantener a Vietnam unido sin extender la guerra demasiado hasta las elecciones?
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LBJ, material de archivo: Yo, Lyndon Baines Johnson, juro solemnemente que desempeñaré el cargo de presidente de Estados Unidos…
Earl Warren, material de archivo: Empleando el máximo de mis facultades...
Narrador: Fue una victoria sin precedentes: la presidencia por más votos que ningún otro hombre antes, el Congreso por abrumadora mayoría y con el poder político, la oportunidad de hacer grandes cosas.
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Narrador: Ya no era el vicepresidente desdeñado y frustrado… Ya no era el presidente accidental… Ahora, Lyndon Johnson era uno de los presidentes más populares del siglo. En la noche de su gala inaugural, Johnson les dijo a los invitados: “No se trasnochen. Vamos camino a la Gran Sociedad”.
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Narrador: El 20 de enero de 1965, no había ningún indicio de que la Gran Sociedad de Johnson estuviera a punto de verse arrollada por una guerra terrestre a gran escala en Asia, que Lyndon Johnson ya había sembrado las semillas de su propia destrucción.